LA PATRIA | MANIZALES
Liliana no resiste el llanto cuando narra impotente la lentitud de la justicia para actuar, pues un hombre de 59 años abusó sexualmente de su hija, de ocho años, en junio del año pasado, y 16 meses después de lo ocurrido, está libre y se desconoce su paradero.
El lunes, durante la audiencia en donde le dictarían sentencia condenatoria y la posible detención carcelaria, el sujeto no apareció por ningún lado, y tampoco su abogado. Los llamaron desde el despacho judicial, pero resultó infructuoso el esfuerzo para ubicarlos.
La magistrada de la sala disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura, María Eugenia López, explicó que lo primero que se debe hacer por la ausencia en las audiencias es asistir al centro de atención al usuario, y llenar un formato. Se inicia una investigación y dan la respuesta en 10 días hábiles, para saber si el abogado busca dilatar el proceso.
Papel en mano
Según relata la madre de la niña, con papel en mano, en donde lleva apuntada una a una las audiencias, son ya 14 visitas que ha hecho al Palacio de Justicia desde febrero de este año, cuando se inició la investigación. En un principio, el acusado dio la cara, pero aprovechó la libertad de la que gozaba para evitar las últimas audiencias.
Seis de estas, siguió relatando la mujer, se aplazaron porque el acusado o su defensor no aparecían. Incluso tuvo que ver de frente al abusador, que hasta una vez le dijo que eso no era culpa de él, que la niña "ya era toda una mujer".
Sola y amenazada
Para Liliana es injusto que tras haber pasado tanto tiempo, las autoridades no hayan actuado. Asegura que incluso un investigador la ha llamado para averiguar el paradero del agresor de su hija, cuando con voz socarrona, añade que hasta de investigadora le tocó hacer.
La tragedia no termina ahí. Su hija intentó suicidarse e, incluso, agredirla a ella. Por eso, ya con 10 años, fue internada por un tiempo en la clínica San Juan de Dios y la tratan con medicamentos psiquiátricos, para evitar que se vuelva agresiva.
Cuando le preguntan por el padre de la niña, Liliana dice que él las abandonó, que ni siquiera supo del abuso sexual, sino hasta que conoció la historia por los medios de comunicación; que no las apoya económicamente y que una vez que fue a visitar a su hija en el hospital, delante de ella la amenazó y le dijo que le iba a quitar a sus hijos.
Puso una denuncia por violencia intrafamiliar, la hicieron ir a terapias, pero a su exesposo no. Ahora tiene que esperar a que las autoridades capturen al abusador de su hija, de quien no se conoce su paradero.
Durante un partido
Los hechos ocurrieron el 25 de junio del 2013, cuando el abusador aprovechó que la madre de la niña preparaba un café, para aferrarla a su cuerpo y tocarle los genitales. La niña se tardó media hora para contarle a su progenitora, y apenas un mes después aceptó poner la denuncia.
Sin recursos
La madre de la niña contó que muchas veces ha tenido que recurrir al buen corazón de funcionarios del Centro de Atención a Víctimas del Abuso Sexual (Caivas) para pagar los pasajes e ir a las consultas con psiquiatras y psicólogos de la niña.
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