Oscar Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
En la memoria de los marquetones no existe una tragedia que se pueda comparar con la del pasado 11 de octubre, cuando un alud de tierra acabó con las vidas de 12 personas en el barrio Los Andes.
Recordar algo similar los remite a unos 28 años atrás, cuando un deslizamiento en la vereda La Playa tapó una vivienda y mató a una madre y a sus dos hijos. En ese entonces, los bomberos no contaban con las herramientas de ahora y la recuperación de los cuerpos fue tarea titánica, debido a la cantidad de fango que obstruía el paso.
Hoy, en medio de la tragedia, en Marquetalia creen que todo pudo ser peor. Sin embargo, héroes anónimos que salieron de sus casas con botas, palas y linternas, que atendieron a tiempo el llamado de auxilio evitaron que fueran más altas las cifras del desastre. Por lo menos 18 personas lograron salir de entre los escombros gracias a su ayuda.
A la vuelta de la casa
A las 2:15 de la mañana sonó la sirena, ubicada en la iglesia. Avisaba que algo grave ocurría. José Arturo Marín Sánchez, quien labora en el Banco Agrario y es voluntario del Cuerpo de Bomberos, salió hacia la estación para saber lo que ocurría.
Cuando caminaba, en medio de la oscuridad, vio a sus vecinos con linternas. Ellos le avisaron que algo terrible ocurría. Le prestaron una y a dos cuadras de su casa se topó con el derrumbe. Primero ayudó a salir a dos niños, luego subió en su espalda a una mujer que estaba atrapada, minutos antes de que una pared cayera de donde la sacó.
Seguidamente, junto a sus compañeros, encontró a un hombre atrapado del pecho hacia abajo. Voluntarios que se unieron a las labores lo ayudaron a desenterrar. Posteriormente dieron con una mujer, a quien solo se le veía una mano y la cabeza. Dos horas tardaron en sacarla. Sufrió fractura de clavícula.
"Es complicada la sensación porque en el momento de la emergencia uno puede saber del dolor que hay allí por las pérdidas de vidas y materiales, pero uno se enfoca en bregar a rescatar a personas con vida, el anhelo es sacarlas sin que tengan más traumas", explica este manzanareño, quien lleva 24 años en Marquetalia y 16 como voluntario.
Creció con la vocación
Edilberto Pinzón Tangarife brincó cuando sintió como si un rayo hubiera caído sobre su casa. Intentó asomarse a la calle, pero las ventanas estaban cubiertas por la tierra. 15 minutos después, los sacaron a él y al resto de su familia por el techo, mientras escuchaba desesperados gritos de ayuda.
Tras ver a los suyos a salvo se puso las botas. Hace 15 años, desde los 12, es bombero, gracias a las enseñanzas de su padre de crianza, José Jairo López Ocampo, quien fue comandante hasta el 28 de agosto del 2012, cuando falleció a causa de una enfermedad.
"Durante media hora ayudamos a salir a la gente que, por sus propios medios, podía abandonar por los techos de sus casas. Acordonamos e indagamos sobre los sitios en los que dormían los afectados, para sacarlos con vida", explicó Pinzón Tangarife.
Añadió que fue doloroso ver a sus vecinos muertos, pues lleva 23 años viviendo en la cuadra afectada. "Fue duro porque la mayoría eran amistades de uno y saber que no voy a volver a verlos es duro".
Ayuda verde oliva
Los tres son padres de familia, llevan entre seis y nueve meses laborando en la Policía de Marquetalia. Hacen parte del grupo de 15 uniformados que laboran en el municipio y que trabajaron durante día y noche con la comunidad.
* Intendente Elmer Betancur Valencia, de Manizales: "Cuando llegamos vimos la zona del desastre, escuchamos las voces de auxilio de una señora tapada por los escombros, estaba casi cubierta por un planchón y solo podía respirar por un hueco. Luego rescatamos a un señor cubierto de lodo y escombros".
Señaló que sintió muchas cosas, no sabía por dónde empezar, la lluvia era continua, estaba impactado. Armaron una cadena humana para sacar escombros con la gente de la comunidad que llegó a colaborar.
"Era un mar de tierra, llegué a la habitación de la profesora Cindy Lorena Marín y la vi abrazada con su bebé Violet Xiomara. Hice una pausa, me bloqueé, pero procedí a sacar a la niña y seguimos excavando para sacar a la mamá", explicó.
Ahí no cesó su tarea. Ingresó a la vivienda de enseguida por un hueco y ayudado por una linterna. Palpó, en medio de la oscuridad, el cuerpo de un infante, pidió ayuda para sacar la tierra y encontró a los hermanitos Camila y Alejandro Murillo, ya fallecidos.
"La meta era seguir, ver a la gente viva nos ayudaba a seguir, a lo último encontramos a la canina, le pusimos Luz de Los Andes, fue confortable, pero a la vez triste ver que esas personas fallecieron, fue mucha impotencia al ver tantos obstáculos para sacar a la gente", concluyó.
* Intendente Albeiro Cataño Gil, de Medellín: No es la primera vez que vive una catástrofe de tal magnitud. En Manizales tuvo que estar durante la tragedia del barrio Cervantes. Esa experiencia lo motivó a seguir ayudándole a la comunidad, lo que le sirvió para controlar el momento de desespero.
"Llegamos a orientar a la gente para hacer el trabajo y a enfocar los esfuerzos hacia donde pudiera haber personas vivas. Analizamos puntos en donde pudiera haber otro deslizamiento, a ubicar puntos vulnerables y a prevenir más muertes".
La tragedia lo tocó personalmente, pues dirigía la Policía Cívica Juvenil, a donde ingresó Camila. Recordó que era tímida, pero luego se convirtió en parte importante del grupo, e incluso se lució durante la presentación de una obra de teatro.
* Julieth Valbuena Rodríguez, de La Dorada: Ella sintió el alboroto de gente corriendo hacia el hospital, en el barrio Versalles, al instante que de la Estación la llamaban. Se uniformó y llegó a Los Andes.
No pudo contener las lágrimas al ver a tantos afectados, pero con el carácter que la caracteriza se encargó de recibir la información de fallecidos y lesionados. En el hospital ayudó a controlar a la gente, pues contaban con pocas personas para esa labor.
"Al principio me impactó recibir en mis manos a las víctimas en el estado que llegaban. Sin embargo, algo me impulsó a seguir contribuyendo, soy madre y duele demasiado ver a unos angelitos, pensé en mis hijos, eso me dio más fortaleza y sirvió para apoyar a las familias", sostuvo.
Armado con pala y botas
Rafael Rueda Montes vive en el barrio San Vicente, al otro extremo de Marquetalia. Supo del deslizamiento a las 5:00 de la mañana. Cogió una pala y botas y se desplazó hasta el sitio de la tragedia.
"Me incorporé a colaborar, fue un momento de mucha angustia, de saber que bajo esos escombros podíamos salvar gente aún. Tuvimos que remover mucha tierra, picar paredes, planchas, la gente estaba totalmente tapada, fue un trabajo en equipo muy duro", señaló.
Añadió que mucha gente quiso ayudar, pero fue necesario evitar que todos pasaran, pues eso los ponía en riesgo a todos.
Recordó el momento en el que rescataron a la última mujer con vida: "Escuchábamos un eco, nos pedían ayuda, nos quedamos callados, pero nos desesperaba saber si quedarnos quietos o volear pala".
Finalizó que en un momento entró en shock al ver a tanta víctima, pero también sintió júbilo por saber que muchos se salvaron, pues la gente actuó rápido ayudada de lazos y linternas.
Los otros héroes
*El teniente Wílmar Laverde hace parte del Grupo de Atención de Emergencias y Desastres del Eje Cafetero, de la Policía. Explicó que 12 unidades se desplazaron desde Pereira. Con un perro ubicaron a la última víctima fatal y verificaron que no hubiera más muertos.
*Miembros del Batallón Ayacucho y del Batallón de Ingenieros Francisco Javier Cisneros, de Armenia, acudieron al sitio para colaborar en labores de rescate.
*Un equipo de voluntarios, compuesto por psicólogos y trabajadores sociales, prestó la ayuda psicosocial a familias de las víctimas y a damnificados.
*Acudieron bomberos de Manzanares y de Pensilvania, miembros de la Defensa Civil de Marquetalia y Victoria y de la Cruz Roja.
Víctimas
Cindy Lorena Marín
Violeta Xiomara Morales
Luz Elena González
Luciana Murillo
Yina Paola Yepes
Libio Hernández
Olmedo Murillo
José Gustavo Soto
María Nieve Cifuentes
María Adela Montoya
Alejandro Murillo
Camila Murillo
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