LA PATRIA | MANIZALES
A Robeiro Cardona Castrillón, de 26 años, sus familiares lo reportaron como desaparecido desde el 15 de enero, y ayer, ocho días después, la búsqueda terminó cuando ellos mismos lo encontraron enterrado en un matorral en el sector conocido como El Filo entre los barrios El Caribe y Peralonso.
Mientras los miembros del CTI de la Fiscalía hacían la inspección del cadáver, en las terrazas contiguas a la maleza, la familia del hombre esperaba su traslado a la morgue para reclamar el cuerpo y darle cristiana sepultura.
Entre lágrimas y sollozos, y mientras llevaban a Robeiro al necromóvil, murmuraban que no podían creer lo que presenciaban, y que solo les quedaba esperar que les den una razón sobre porqué y quiénes lo mataron.
En su búsqueda
El Negro, como apodaban a Robeiro, salió a las 11:30 de la noche de ese jueves, del lavadero de carros ubicado al lado de la estación de Bomberos Voluntarios en la avenida Kévin Ángel, y en el que trabajaba hacía cuatro años, a comprar unos cigarrillos, así se lo hizo saber a su padrastro, Aldemar Beltrán, quien administra el lugar.
De allí partió hacia una tienda en Peralonso y luego de comprarlos le perdieron el rastro. Al notar que su hijastro no regresaba, Aldemar salió a buscarlo, pero no pudo dar con él, accedió a preguntarle a un vigilante del sector y este corroboró que efectivamente él sí había ido hasta el local comercial.
Dolorosa noticia
Nubia Castrillón, la madre de Robeiro, sostuvo que ayer a las 7:30 de la mañana, un joven llegó hasta su casa en el barrio El Caribe y le dijo que no soportaba más ver su incertidumbre y que sabía lo que había pasado con su hijo, que lo asesinaron y lo enterraron en un matorral.
Al saber eso, sus familiares solicitaron la colaboración de la Policía y con palas subieron hasta el lugar en donde aparentemente estaba enterrado el Negro. Luego de cavar lo encontraron, por rasgos físicos y por la ropa que llevaba puesta el mismo día de su desaparición lo reconocieron.
Nubia asegura que su hijo era juicioso y ante todo muy respetuoso, que luego de prestar servicio militar por voluntad propia, regresó a su hogar y encontró empleo en el lavadero de carros. Añadió que nunca le conoció problemas y que por el contrario era un joven respetado en su barrio, a quien sus vecinos no dudaban en saludarlo cuando lo veían.
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