LA PATRIA | MANIZALES
Por inducir a su hijo, de 11 años, a tener actos sexuales con un hombre a cambio de dinero y de regalos, el padre de la víctima será condenado por el Juzgado Séptimo Penal de Manizales a una pena que oscila entre ocho y 10 años de cárcel por el delito de actos sexuales abusivos agravados con menor de 14 años.
El mismo castigo recibirá Jorge William Giraldo Henao, acusado de pagarle al padre y al niño para sostener relaciones con este último. Lo declararon culpable del delito de acto sexual abusivo con menor de 14 años. El próximo 18 de noviembre se sabrá cuantos años les darán de cárcel.
El padre del niño manizaleño siempre estuvo ausente en su crianza. Años después, regresó, pero con las peores intenciones: lo obligó a ir a la casa de un presunto homosexual, muy cerca del CAI del barrio El Nevado, para que tuviera relaciones sexuales con él a cambio de dinero.
“Mi papá me decía vamos donde un gai y le sacamos plata, pero no puede decir nada. Fuera de eso, mientras entraba al cuarto del señor, él se quedaba en la sala y al ver que yo me negaba, me alentaba: “hágale, hágale”, fue lo que le contó la víctima al psicólogo forense.
Según la Fiscalía, los hechos sucedieron a mediados de abril del 2014, cuando el presunto abusador, en varias ocasiones, besó al niño y le tocó sus partes íntimas. Al padrastro del menor, quien llevaba siete años con la madre, se le hizo sospechoso que este llegara a la casa con dinero, con una cadena y un MP4.
Cuando le indagó al infante por la procedencia de esos objetos, le aseguró que les habían pagado por lavar el patio de una casa. Posteriormente, les confesó la verdad y el 28 de abril del año pasado, el padrastro, en compañía de la madre, denunciaron en la Fiscalía. En abril de este año, cuando el Gobierno Nacional ordenó una redada contra abusadores sexuales, capturaron a los dos implicados de este caso.
Al conocer las detenciones, la madre de la víctima, quien inicialmente colaboró con los investigadores, y su hijo mayor, empezaron a presionar al niño víctima para que no hablara más de los hechos.
Cuando los investigadores fueron al colegio donde el menor estudiaba para que ampliara la denuncia ante el juez, la madre lo había retirado. Ella tampoco volvió al sitio en el que vendía frutas y ni a su casa. Las autoridades ignoran su paradero.
En el juicio se supo que desde los tres años, el menor víctima fue entregado por el padre al ICBF, mientras la madre pagaba una condena por estupefacientes. Las circunstancias para el infante siempre fueron adversas.
Al ver que su padre había regresado, se esperanzó en que las cosas iban a cambiar, pero su reacción fue de rabia e impotencia al descubrir que lo estaba prostituyendo.
La defensa aprovechó esa circunstancia para recriminar al ente acusador porque el menor fue sometido a 15 entrevistas con distintos especialistas, lo que, a su modo de ver, era revictimizar al niño.
La Fiscalía se defendió argumentando que solo entrevistó una vez al menor con un cuestionario prediseñado. En el resto de ocasiones, los relatos se obtuvieron espontáneamente, mediante las terapias.
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