LA PATRIA | MANIZALES
La lista de maltratos que recibió la mujer ocupa dos páginas del fallo emitido por el Tribunal Superior de Manizales.
“Cuando discutían, el tipo se ponía histérico, la amenazaba con un cuchillo y salía a conseguirse otra mujer. Se iba con otra por un mes, volvía y su pareja tenía que recibirlo. Si no, decía que ella tenía otro. Constantemente la obligaba a estar con él sexualmente, la trataba de no servir para nada. Le escupía en la cara y le decía que si lo denunciaba, la mataba. Cuando llevaban 6 meses de convivencia, cogió una correa y le pegó con la hebilla porque ella le mojó un pantalón para que no se fuera a tomar. En el 2007 llegó borracho y la lesionó con el cuchillo cerca de la axila izquierda, le cogieron 23 puntos. Como no lo demandó, solo pagó un mes de cárcel”.
Por hechos como estos, José Andrés Arias Herrera fue condenado por violencia intrafamiliar agravada por el Juzgado Cuarto Promiscuo Municipal con Función de Conocimiento de Chinchiná. El Tribunal confirmó la decisión.
Ellos convivieron durante 14 años. La maltrataba cada vez más, porque sabía que ella le tenía miedo.
“Colocaba a otros a que la vigilaran. La sacaba de la casa con su hija y las dejaba en la calle. Hace 4 años vivían en Bogotá y como no se quiso convivir con el papá de él, le pegó con un palo en el pie y estuvo 15 días enyesada”, se lee en el proceso.
Y hay más sobre este caso de Palestina. “El 9 de septiembre de 2019 ella estaba trabajando en una panadería del parque y como a las 10:00 de la noche llegó y le pegó varios puños, le dejó moretones en la cara y por todos lados, le dañó los brackes, la mandó contra la pared, la tumbó contra unas cajas de gaseosa que porque ella no podía estar trabajando. Que si llamaban a la Policía, él iba por el revólver”. La Comisaría de Familia le dio una medida de protección, pues la amenazaba de muerte. Llevaban un año separados, pero la vigilaba y delante de todo mundo le decía que si la veía con otro, la mataba. Hasta que decidió denunciarlo.
Le dieron tres años de cárcel, sin beneficios. Su abogada apeló, pues consideró que no se demostró el agravante de que la haya atacado por ser mujer.
“Qué más contexto de discriminación y de constatación del yugo al que estaba sometida la ofendida que la violencia que soportó por ir en contravía de los deseos de su compañero, que no quería que esta laborara”, anotó la Sala.
No lo denunciaba porque lo quería y después, por miedo. La convivencia era según el estado de ánimo del tipo. Ella no podía hablar porque el sacaba el cuchillo de la cocina.
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