LA PATRIA | MANIZALES

Yoneider Echeverry Rivera pagará condena por actos sexuales abusivos con menor de 14 años. El Tribunal Superior de Manizales confirmó la decisión del Juzgado Primero Penal del Circuito de la ciudad. Le dio 13 años de prisión.

La madre de la menor víctima indicó que Yoneider Echeverri agredió sexualmente a su hija. Anotó que el 21 de marzo de 2014, sin querer, encontró un escrito con tintas rosa y negra en el cual, con caligrafía de su hija de 10 años que decía cosas obscenas.

Ante tal hallazgo esperó un momento oportuno para interrogar a la menor, quien finalmente le confió que, desde que tenía 6 años, Yoneider la ponía a hacer cosas indebidas y que le había mostrado películas pornográficas, al tiempo que la intimidaba para que no le contara a nadie eso.

A juicio de la Procuraduría, la versión de la menor víctima fue coherente y consistente con lo declarado en el juicio. Y no solo eso. También con la carta que a manera de prueba documental ingresó al juicio penal y no fue objeto de cuestionamiento alguno. Sin embargo, la Fiscalía pidió absolución, que fue negada por el juzgado (ver recuadro).

“La versión de la menor debe ser tenida en cuenta como veraz, ya que las imprecisiones en las que pudo haber incurrido tienen su explicación en que entre las entrevistas y la declaración en juicio

había transcurrido bastante tiempo”, contó el Tribunal.

En datos

• El condenado era muy cercano a la menor y a la madre, gozaba de absoluta confianza.
• Los hechos denunciados ocurrieron en dos lugares diferentes.
• "La relación con Yoneider dejó de ser buena porque empezó a irrespetarme”, contó la menor. Cuando se le pidió que precisara esa conclusión, rompió en llanto y su testimonio debió ser interrumpido. El irrespeto consistió en que él empezó a mostrarle videos y a decir que lo que se veía allí se lo tenía que hacer.
• Contó que la carta la escribieron entre los dos.
• Los hechos se frenaron cuando el sujeto se fue a pagar servicio militar.

 Lo de la Fiscalía

La Fiscalía pidió absolución porque consideró que la actitud desenvuelta y locuaz que mostró la víctima en su primer relato de los hechos son opuestos a los sentimientos de tristeza, llanto e incomodidad que exhibió cuando rindió el testimonio en el juicio. Y afirmó: “esto último es muestra del sentimiento de culpa por haber incriminado injustamente a una persona inocente”.

Para la Sala, esta conclusión se alejó de la realidad y de la expresión no verbal durante su declaración, pues tal como se consignó, las veces en las que el testimonio se interrumpió a causa del llanto siempre estaba relacionado con la rememoración del momento mismo en el que ocurrió el abuso sexual y no cuando se le pedían explicaciones sobre algunos aspectos distintos que había mencionado durante la versión inicial.