LA PATRIA | MANIZALES
Una mujer denunció que mientras convivió con un tipo, en una vereda de Supía, este accedió carnalmente, en repetidas oportunidades, a su hija menor, de cuatro años, hecho que fue corroborado por la niña cuando tenía ocho.
El sujeto pagará 22 años de prisión por acceso carnal abusivo y acto sexuales abusivos con menor de catorce años, agravado, en concurso.
Ella dio a conocer, además, que le realizaba tocamientos diversos. Ante la situación, se denunció el hecho y arrancó el proceso de judicialización.
Ante un Juzgado en Función de Control de Garantías, en octubre de 2019, se realizó audiencia para demandar orden de captura, materializada el 10 de diciembre del mismo año, en Santuario (Risaralda). Luego, en otra, no aceptó los cargos, pero lo mandaron para la cárcel.
El proceso arrancó en Antioquia, pero tras una certificación se indicó que la vereda donde fueron los hechos es de Caldas.
La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, decidió que la etapa de juzgamiento correría por cuenta del Juzgado Penal del Circuito de Riosucio. Terminó con sentido de fallo condenatorio para el hombre, nacido en Puerto Berrío (Antioquia), de 48 años de edad, dedicado a la agricultura.
Terrible
En el juicio, la mamá de la víctima expresó que convivió con este sujeto durante siete años, desde principios del 2012. Se separó de él cuando su niña tenía 6 años. Decidió hacerlo porque la maltrataba mucho y le veía comportamientos “malucos” hacia su hija.
“Cuando peleábamos me echaba de la casa, pero insistía en que le dejara la niña”, contó. Anotó que lo veía besar en la boca a la menor, la colocaba entre sus piernas y otros vejámenes. En las mañanas se iba para la cocina y él aprovechaba para pasarse a la cama de la niña. Cuando le reclamaba, el tipo decía que “ la quería mucho y la veía como a su propia hija, que era normal por estar chiquita”. No le dijo nada más por miedo, pues le pegaba, tirándole con lo que encontraba. No denunció por temor.
Cuando iba a bañar a la menor, esta se quejaba de dolor, advirtiéndole colorados en sus partes íntimas. A la niña se le dañó una cirugía de colón que le habían practicado.
La señora anotó que recibió amenazas de una hija del acusado, manifestando que si a él lo condenaban, pagaba para que la mataran o ella misma lo hacía.
Habló
El tipo, en el juicio, decidió hablar y manifestó que lo dicho era mentira, que “su excompañera lo denunció por simple venganza, porque se consiguió otra y que siempre protegió y cuidó de la niña al máximo y que quiso incluso reconocerla como su hija dándole el apellido”.
El juez consideró que se conoció de la conducta lujuriosa desplegada por el acusado, aprovechándose de esa condición junto con la soledad para activar su libidinoso comportamiento, creyendo en el silencio perenne de la víctima, sin lograrlo, porque la mamá al final de cuentas se enteró.
“La menor aportó datos y conclusiones de harta connotación probatoria para fortalecer, en criterios de sana crítica y lógica racional que, en lugar de fantasear, ser mendaz o inventiva, por contracara relató aquellas vivencias negativas en su crecimiento personal y desarrollo de su libre sexualidad”.
El sujeto le daba billetes y dulces a la menor, le prometió un teléfono celular para llamarla, le decía que cuando estuviera más grande se fuera a vivir con él para hacerle lo mismo que en la vereda.
La sentencia fue apelada ante el Tribunal Superior de Manizales.
Hijas
El condenado tiene hijas de 24, 22, 21 y 20 años. No se muestra ni se nombra para no revictimizar a la hijastra afectada.
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