LA PATRIA | MANIZALES
Caldas no fue ajena a las ejecuciones, mal llamadas falsos positivos, que vivió el país entre los años 2005 y 2009, pues de los casi seis mil asesinatos que cometieron miembros del Ejército de Colombia, 66 ocurrieron en el departamento.
Desde que se iniciaron las investigaciones en el 2009, poco se ha avanzado. Estos casos no han pasado de audiencias preparatorias, e incluso la Fiscalía ha criticado las decisiones de los abogados defensores de los militares implicados para iniciar los juicios orales, pues considera que se trata de maniobras temerarias y dilatorias.
Hay aplazamientos porque los acusados presentan incapacidades o cambian de abogados. Estos a su vez solicitan cambios de jueces por considerar que se deben declarar impedidos, e incluso una vez, en el 2012, 14 militares dejaron de asistir a una imputación de cargos y medida de aseguramiento sin razón alguna.
Prueba de ello, son los casos de las veredas La India (Anserma) y Bajo Siglán (Neira), en donde asesinaron a tres hombres inocentes y a quienes presentaron como integrantes de las Auc y el Epl. Los procesos pasaron al Juzgado Penal del Circuito Especializado de Manizales.
El vendedor de frutas
A él lo mataron los guerrilleros, cuenta su madre cuando le preguntan a la niña de siete años por la suerte de su padre. Ella no sabe que esos hombres malos que lo asesinaron realmente eran militares que secuestraron a su padre, lo hicieron pasar por integrante del Epl y lo mataron en la vereda La India, de Anserma.
Jorge Uriel Valencia tenía 24 años cuando murió, se dedicaba a la venta de frutas y verduras en la Galería de Manizales y aunque era consumidor de estupefacientes no era un delincuente. Por su apariencia descuidada parecía un habitante de la calle, recuerda su esposa. Veía junto a ella por la niña y un niño de 10 años, y una niña a quien crió como si fuera suya.
En una noche de diciembre del 2007 unos hombres llegaron en un yip y raptaron a dos amigos con quienes estaba Jorge Uriel. Él alcanzó a correr, pero unas cuadras después lo atraparon, otros dos escaparon y le contaron a la familia del hombre lo que pasó y pusieron la denuncia ante la Fiscalía.
De él no supieron nada hasta que lo presentaron como un extorsionista abatido en combate junto a Octavio Sánchez Rendón; sin embargo, una tercera persona alcanzó a escapar cuando los fusilaron. Supuestamente portaban dos revólveres y una granada de mano. Los militares aseguraron que los habían atacado y por eso respondieron.
Pese a que sus dos hijos estudian, luego deben salir a ayudar a su madre a vender dulces y velas aromáticas. La situación para ellos es difícil. Su abuelo, un humilde relojero, tiene que sacar de su bolsillo para garantizar la alimentación de los pequeños.
"Las audiencias van pasando y siento que se burlan de nosotros los dolientes e hijos del difunto. Una audiencia la suspenden varias veces, estoy viendo por mis nietos y estamos en condiciones precarias, espero que esa indemnización llegue pronto ", aseguró el padre de Jorge Uriel.
La esposa de la víctima siente temor, pues dice que la persiguen personas extrañas, que incluso la han abordado para que logre un acuerdo con los asesinos de él, le han ofrecido dinero y en una ocasión hasta prometieron regalarle una casa. Por este caso investigan al teniente retirado del Ejército Rolando Ayala Molina y a 15 militares más.
Se enamoraron tras las rejas
Luis Enrique Sáenz Rivera tenía 33 años cuando un grupo de 14 militares lo asesinó en el sitio conocido como la Vuelta de la Marrana en la vereda Bajo Siglán, el 26 de enero del 2007, en un supuesto enfrentamiento con quien era, según ellos, un extorsionista.
Él pagó seis años de prisión por un homicidio entre 1997 y el 2003. En ese tiempo, una mujer que era compañera de la hermana de él en un billar supo que su familia era humilde y por eso no podían ir siempre a la cárcel a visitarlo, por eso ella quiso hacer un buen acto y llevarle elementos para su estadía en el reclusorio de Manizales.
Se conocieron en el 2000 y asegura que fue amor a primera vista, lo siguió visitando, él se encariñó del hijo de ella, y su relación como novios siguió hasta que en el 2002 él le propuso matrimonio y se casaron dentro del penal. Un año después estaba en la calle y el amor perduró.
Su nueva esposa le pidió como condición para seguir juntos un cambio de vida y él le cumplió. Empezó a trabajar como pintor de casas, eso le permitió llegar a una empresa de ingenieros y todo parecía marchar bien, hasta que nuevamente lo capturaron por el supuesto homicidio de dos personas.
Ella amenazó con terminar la relación porque no quería estar con un criminal, con alguien que mantendría en la cárcel. Llorando, Luis Enrique le aseguró que no había cometido el asesinato. Con sus ahorros consiguió un abogado, y en seis meses salió libre, estuvo encerrado por culpa de un falso testimonio.
Y de nuevo a empezar de cero. No tardó mucho para que su esposa quedara embarazada. En el 2007 nació su hijo y en octubre consiguió un trabajo en donde tendría acceso a todos los beneficios, pero el primer día laboral un barranco le cayó encima y se quebró tres dedos de la mano derecha.
Las fisioterapias se prolongaron porque ni siquiera era capaz de sostener un vaso. De la empresa ya no le pagaban, entonces un amigo le pintó, como dijo ella "pajaritos en el aire". Fueron juntos a hacer una vuelta a Neira, ella no sabe cuál era el fin.
El 26 de enero del 2008, en zona rural de Neira lo interceptaron los militares y lo ejecutaron, mientras el otro escapó. Dos días después le dijeron que él era integrante de las Auc, en los medios lo presentaron así, se sintió señalada, pero se negó a creerlo. Ella sabía que él no podía disparar un arma porque estaba lesionado.
En agosto de ese mismo año un funcionario de la Fiscalía la contactó, fue la primera vez que sabía qué eran las ejecuciones extrajudiciales. "Él tuvo su pasado, pero estuvo muy juicioso desde que me conoció. Aprovecharon sus antecedentes para hacer esto, porque sabían que nadie iba a preguntar", concluyó.
Avances
Según un investigador de la Fiscalía, en Caldas se adelantan procesos por unas 66 ejecuciones extrajudiciales en las que investigan a 300 militares aproximadamente. Las audiencias preliminares no han terminado, pese a que los crímenes ocurrieron entre el 2005 y el 2008.
Caso aparte merece el tema de la vereda La Java, de Manizales, pues ya han sido condenados siete militares por el homicidio de dos hombres y el intento de homicidio de uno más. Aunque todavía falta concretar la situación de un civil que reclutaba a las víctimas y a un mayor del Ejército.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015