
LA PATRIA | MANIZALES
Mula Coja movía sus piernas, se metía los dedos de su mano izquierda a la boca y giraba su cabeza de izquierda a derecha. No le quitaba la mirada al fiscal y cada vez que el funcionario narraba los hechos que lo involucran con al menos cinco homicidios en el norte de Caldas, se notaba más asustado.
A este dragoneante del Inpec en la cárcel de Manizales lo capturó la Policía el pasado miércoles, minutos antes de ingresar al centro de carcelario, después de sus vacaciones. En la noche de ese día, durante la audiencia de control de garantías, no aceptó los cargos, pero el juez lo mandó para el centro carcelario La 40, de Pereira, pues al parecer tiene varios enemigos en La Blanca.
Por los pasillos del segundo piso del Palacio de la Judicatura se hablaba de esa audiencia. "Ese caso es impresionante", indicó una juez, al mostrar su sorpresa porque un guardián fuese relacionado con varios homicidios, en compañía de exintegrantes del extinto frente Cacique Pipintá, de las Auc en Caldas.
En la sala cuatro, el fiscal narraba los hechos. Dijo que Mula Coja sería determinador en las muertes del expolicía Frank Robert García Ramírez, de 28 años, asesinado el 11 de julio del 2007 y arrojado al río Cauca. También de un ganadero salamineño apodado Cuerero; de una pareja de hermanos de ese municipio, conocidos como Los Tallos, y de Jhon William Vásquez Vargas, sindicalista del Inpec, el 5 de marzo del 2006.
Todas esas muertes las reconocieron Fabio César Mejía, alias Jhónatan, excomandante del Cacique Pipintá; y alias Bartolo, su mano derecha. La más reciente, la de Frank Robert, en febrero pasado.
La esposa del expolicía recordó que lo llamaban al celular y estaba apagado. "Me fui para Pereira, llamé de nuevo y alguien contestó, pero colgó. Se comunicaron con mi hermano para que me dijera que no timbrara más. Días después le marcaron y mencionaron algo del río Cauca", explicó, al revivir su dolor, junto a sus dos hijos.
Añadió que Frank, que estuvo nueve años en la Policía, fue muy callado y que nunca se dio cuenta en qué andaba. Montaron un negocio en Salamina y lo que siempre le decía era que prestaba plata.
En su relato, el fiscal expresó que según declaraciones de exmilitantes de los paras, Mula Coja alardeaba de ser parte de ese grupo. Además, ayudaba al cobro de vacunas.
Frank Robert, añadió el ente acusador, tras salir de la Policía, se integró a las Auc en Manizales y Villamaría. Luego lo asesinaron, al parecer, por solicitud de Mula Coja.
"El guardián dijo que al man había que matarlo. Por eso citaron a Frank Robert en el Plan del Oro (Aguadas) y que cuando llegara tocaba amarrarlo. Le pregunté a Jhónatan que por qué. Me respondió que Mula Coja se quejó de que se estaba robando la plata de las extorsiones. Lo esposamos y lo trasladamos a la finca Los Rebeldes. Apenas amaneció me lo llevé a un establo de la casa, lo amarré en un poste y lloraba. Le conté por qué lo iba a matar y me respondió que era pura envidia de Mula Coja".
"Que esos carros eran de unos amigos de Manizales que se los prestaban y que él sí entregó la plata. Me pidió que lo dejara llamar a la esposa para despedirse, me mostró la foto de la familia, pero yo debía cumplir una orden", señala el relato de Bartolo, leído en la audiencia.
A las 10:00 de la noche del pasado miércoles, Mula Coja caminó despacio, esposado, rumbo a los calabozos de la Sijín. Ayer, en la mañana, lo trasladaron a una nueva cárcel, la de Pereira, pero esta vez no como guardián, sino como interno.
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