LA PATRIA | MANIZALES
En la casa de Luis Eduardo Sierra Guerrero, en el barrio Cervantes de Manizales, se volvió costumbre que del Instituto Tecnológico llamaran a quejarse porque no les permitía dar clases a sus profesores. Sin embargo, su extrovertida manera de ser le sirvió para que docentes y compañeros lo quisieran, pese a sus pilatunas.
Nació el 2 de mayo de 1985 en la capital caldense y estudió en la escuela Campoamor, antes de pasar al colegio. Todos esperaban que tras graduarse se dedicara a estudiar alguna ingeniería, pues se destacaba en las matemáticas.
Sin embargo decidió ser policía. Su tía materna, su gran confidente, pegó el grito en el cielo, pero lo apoyó. La motivación fue un tío paterno, quien hizo parte de la Fuerza Pública y hoy está jubilado.
Prestó servicio militar en el departamento de Córdoba y luego se presentó a la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez, de donde se graduó en el 2005. De 13 años como uniformado, los últimos siete los laboró como infiltrado en las Farc.
Su arrojo, valentía e inteligencia permitieron darles certeros golpes a esa guerrilla, positivos que lo convirtieron el 27 de septiembre en el mejor policía de Colombia. Sin embargo, murió a causa de un cáncer que padecía hace cuatro años.
Su prima y hermana
Una de esas personas que tanto lo admiraron fue su prima, de la misma edad, y con quien estudió la primaria y la secundaria. Ella recordó que lo bautizaron con el mismo nombre del abuelo paterno.
Luis se casó hace cuatro años con la novia con quien llevaba seis. Vivían en Medellín. De su unión nació el motor de la vida de él, la luz de sus ojos, que hoy tiene tres años.
Pese a que la enfermedad lo empezó a atacar a los 29 años, su fortaleza sorprendía a los médicos. "Tenía una tenacidad mental impresionante, aún con su cuerpo frágil tenía la chispa, se nos olvidaba que estaba enfermo, nunca hablaba de la muerte, era muy apegado a la vida", recordó su prima.
Hijo de tías y abuela
Soñaba con dejarle una casa a su hija y el premio que le entregaron sería la primera cuota para hacerlo realidad. Una tía explicó que se habló de un premio de $100 millones, pero solo le dieron $42 millones. Por eso espera que no lo olviden y las autoridades recuerden el sacrificio del policía.
Explicó que durante mucho tiempo fueron las tías y la abuela materna quienes lo cuidaron y por eso acostumbraba a vivir entre la casa de su madre y la de ellas.
"Él era un ser muy especial, tenía muchas cualidades de su abuela, porque a ella la quería todo el mundo. Era cortés, educado, le gustaba servir a la gente, tenía un corazón compasivo, fue un gran ser", añadió su tía.
Nubia Guerrero, su madre, murió hace tres años también por un cáncer. Él prefería no contarle su padecimiento, mientras ella atinaba a hablarle de lo flaco que estaba. Desde entonces, su tía se convirtió en la otra madre. Pero padres adoptivos también fueron sus suegros, quienes lo acompañaron hasta sus últimos días.
Los cuatro inseparables
Hace 20 años se conocieron Luis Eduardo y otros tres jóvenes, todos residentes en Cervantes. Desde entonces se convirtieron en amigos inseparables. Una amiga, la mujer del grupo, lo describió: "Era un ser maravilloso, vivía la vida al tope, a todo le sacaba gusto, todos los días con él eran una enseñanza".
El sueño de todos era tener una discoteca de tres pisos, nunca dejaron de hablarlo. Como él sabía mezclar música les enseñaba a sus amigos, pero también tenían tiempo para salir a comer o ver películas. Todos los días estaban juntos.
Cuando supo que lo condecoraron como el mejor policía lo llamó y lo felicitó. Dijo que eso era un poquito de lo mucho que se merecía. Sobre su batalla contra el cáncer sostuvo que nunca lo vio decaer o quejarse.
Su ascenso
A Luis Eduardo Sierra Guerrero le notificaron su ascenso de subintendente a intendente. Fue durante su sepelio, el sábado en Medellín.
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