LA PATRIA | MANIZALES
Hace casi 10 años, el 4 de marzo del 2006, alrededor de 75 integrantes de los frentes noveno y 47 de las Farc se tomaron el corregimiento de Montebonito (Marulanda). En su sangrienta incursión asesinaron a un policía, dos civiles y a una bebé. En su retirada sembraron minas antipersonales.
Atalivar Serna recuerda cómo al mediodía del 7 de marzo de ese mismo año, en la vereda El Brasil (Tolima), en límites con ese corregimiento de Caldas, caminaba por una trocha cuando pisó una de esas trampas, que le voló la pierna derecha. Los propietarios de la finca en la que recolectaba papa lo socorrieron y en una camilla lo trasladaron a un centro asistencial, para evitar que se desangrara.
Desde entonces espera que el Estado le responda con una pensión y que los responsables lo indemnicen. Hace dos años, Elda Neyis Mosquera, conocida como Karina o la Negra, aceptó su responsabilidad. El Gobierno lo apoyó para que vendiera las artesanías que él mismo hacía, pero fue por corto tiempo.
Hoy vive en Manizales como víctima de las Farc y desplazado por la violencia junto a su esposa. Se dedica a hacer mandados, pese a su pronunciada cojera, pues de algo debe vivir. Sus cuatro hijos le colaboran cuando pueden, pues son jornaleros y tienen familias por las cuales responder.
Que fue un error
Hace cuatro años, Karina aceptó que sus hombres asesinaron el 26 de enero del 2002 a Rubiel Herrera Giraldo por error, durante un hostigamiento a la Estación de Policía de Samaná. No es que lo hubiesen matado sin querer, sino que pensaron que era un paramilitar, según la familia.
A su negocio de comidas rápidas en el parque entraban muchas personas, fueran del bando que fueran les servía por igual, pero los guerrilleros solo pensaron en que era de las autodefensas. "Se ponían bravos si atendía a alguien", aseguró su hija.
La víctima estaba en su local cuando empezaron los disparos. Él corrió a salvaguardarse, pero a una cuadra del parque le dispararon. Fue al único que asesinaron ese día los 60 terroristas que atacaron a Samaná.
Su esposa y dos hijos escaparon a Manizales en el 2007, temiendo correr con la misma suerte. Sin embargo, el Estado no los reconoció como desplazados y por el homicidio de Rubiel apenas los llegaron a identificar como víctimas hace cuatro años, cuando Karina nuevamente reconoció el error.
Esperando la reparación
Estas son dos historias de unas 20 de víctimas de las Farc que estuvieron ayer en una videoconferencia que se efectuó con personas desde Manizales, Samaná y San Luis (Antioquia) con penitenciarías de Bogotá, Chiquinquirá, Palmira y Medellín, en donde contaron con la presencia de unos 15 guerrilleros.
Entre ellos estaba Karina. Todos aceptaron su responsabilidad en crímenes que cometieron en Samaná y durante las tomas de los corregimientos de Arboleda (Pensilvania) y Montebonito (Marulanda).
En la audiencia de concentración de cargos (una sola condena por todos los delitos), que lleva casi año y medio, contabilizaron las propiedades de las Farc con las que podrían resarcir a sus víctimas. Pero luego de esto seguirá la extinción de dominio y finalmente la reparación.
Carmen Amparo Valencia, apoderada de víctimas, destacó la importancia de las audiencias virtuales, pues así personas sin recursos pueden asistir, y que las demoras se deben a la dificultad para que las cárceles pongan a disposición a los ahora desmovilizados. En esta ocasión hubo un retraso de casi una hora y media.
Justicia y Paz
Alias Karina y sus compañeros son postulantes beneficiarios de Justicia y Paz. Esto quiere decir que por aceptar sus crímenes deben indemnizar a todas sus víctimas y pagar ocho años de prisión.
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