LA PATRIA | MANIZALES
Fue el cabecilla de la banda Los Sepultureros, que con robos, extorsiones y asesinatos sembró el terror en Chinchiná hace 17 años. Estuvo encarcelado, salió, cometió más delitos y regresó a prisión. Este año recibió el beneficio de libertad condicional, pero volvió a lo suyo. Bajo la fachada de comercializar motos, permeó a cuatro policías y a un servidor público.
Se trata de Julio César Toro Morales, alias Cocacola, capturado hace dos semanas en un operativo liderado por el CTI y la Fiscalía Segunda Especializada ante el Gaula Caldas y apoyado por la Sijín. 28 integrantes de su banda, los Cocacolos, fueron detenidos.
Fernando Andrés Echeverry Aristizábal, que hasta agosto pasado fue secretario de Gobierno municipal, era el segundo al mando, según los investigadores, al lado de Francisco Javier Vásquez Tapias, alias Pacho, que fue subjefe de Los Sepultureros.
El operativo incluyó 21 allanamientos en Chinchiná, Palestina, Bolivia (Pensilvania), Zipaquirá (Cundinamarca) y Manizales. Hallaron dos escopetas, un arma de fogueo, 20 cartuchos, 21 celulares, un computador, $23 millones en efectivo y 30 kilos de marihuana y drogas sintéticas.
La banda compraba motos en Chinchiná y las canjeaba por marihuana en Cauca, en el sur del país.
Cocacola, de 44 años, pagaba desde agosto del 2010 una condena de 16 años y cuatro meses de cárcel por participar en la muerte del abogado Fernando Arias Taborda, conocido como Tito (ver recuadro Los Sepultureros).
En agosto del año pasado le concedieron la detención domiciliaria y le permitieron "trabajar como ayudante de la consignataria de motos La Firma, en la calle 13 con carrera 8.ª de Chinchiná, y desplazarse a Manizales de 8:00 a.m. a 6:00 p.m., de lunes a sábado", según se lee en la página de la Rama Judicial.
En febrero de este año le otorgaron la suspensión condicional de la pena por un periodo de prueba de seis años y seis meses, con el compromiso de no volver a delinquir. Pero incumplió.
"Ese era jodido", anotó un excabecilla de las Auc en Caldas. Añadió que a Cocacola lo convirtieron en objetivo militar cuando el grupo ilegal ingresó a Chinchiná. "Le hicimos unos tres atentados, pero se nos escapó. Luego cayó a la cárcel".
Se posicionó de nuevo en el mundo criminal. Delinquía con la tranquilidad que le daba tener de su lado autoridades. Inclusive amenazó al comandante de Policía de Chinchiná por los operativos contra su grupo. Además, según las investigaciones, alias Máxima, líder de la Galería de esa población y hoy detenido, ofreció hace un mes $40 millones por su cabeza. "Vea, dígale al Viejo que se cuide, que la Máxima lo puso a valer 40 palos", se oye en un audio.
Los Cocacolos tenían nexos con Cordillera, de Pereira, y con la banda La Estación, liderada por alias la Firma (capturado), conformada por chinchinenses y por policías activos del Valle del Cauca, que decomisaban droga en carreteras y se la vendían a Cocacola. De esta última hay ocho detenidos (ver recuadro Los de La Estación).
En Chinchiná los operativos no daban los resultados esperados. Esto llamó la atención de la Fiscalía hasta que determinó que Los Cocacolos y la banda los Lengue Chiros (dominaba los barrios Los Mangos, Tres Esquinas y fincas aledañas) controlaban a los policías.
En los consejos de seguridad se planeaban golpes, pero Cocacola los conocía y se los informaba a sus socios. ¿Cómo ocurría?: el secretario de Gobierno pasaba el dato.
Por eso, hace año y medio la Fiscalía diseñó una estrategia, controlada desde Manizales. Identificaron los sectores en que operaban las bandas. Los Lengue Chiros organizaban asonadas contra la Policía para impedir operativos en su contra, al controlar a la comunidad.
Al sospechar que había policías infiltrados, lo que se hizo fue rotar a los uniformados y meter a otros de probada honestidad, que incluso se someten al polígrafo. Así empezaron los resultados. Cayeron los Lengue Chiros y luego La Estación, que dominaba los sectores de Progresar, Verdum y de la 8.ª hasta el Hospital.
Los policías honestos realizaron algunas capturas, entre ellas la de Perro Ñato, hermano de Cocacola y ahí se hizo más visible la intervención del secretario. Según las investigaciones, buscaba la manera de ayudar al detenido. Iba a la Estación y movía influencias para poder ingresarle celular, droga y otros elementos, con apoyo de uniformados.
"La finca del funcionario era usada como caleta de estupefacientes y armas de Cocacola. El papá de este último vivía en ese predio", señaló la investigación.
Los policías permeados ayudaban a que todo le marchara bien al cabecilla. En una ocasión, el CTI hizo visible, a propósito, un allanamiento que haría en un taller de motos. Cuando se ejecutó, no encontraron nada.
Un capitán de Chinchiná se destacó. Después de que el CTI le pasaba información armaba los operativos con uniformados de la zona rural, para evitar que los delincuentes se evadieran.
Cuando había golpes, el secretario de Gobierno acudía a la estación para buscar quién le ayudara, incluso entre la misma Sijín. Al uniformado que capturó a Perro Ñato lo apodaban Cansancio. En intervenciones telefónicas se oía que lo iban a matar y por eso tenían que sacarlo de los barrios.
El exsecretario Echeverry Aristizábal, quien trabajó en la Unidad de Minas de Caldas, estuvo hasta hace unos tres meses en la actual Alcaldía, de Sergio López, quien ganó por el Partido de la U, línea Penagos. Fue mandatario encargado en varias oportunidades.
Su madrina política, Sandra Lucía Díaz Tejada, gerente del Hospital San Marcos hasta junio pasado, de la U. se pasó para el Partido Liberal. Suena como candidata al primer cargo del municipio. Este movimiento, en una carta enviada a este medio, negó que el exfuncionario haga parte de esa colectividad. LA PATRIA intentó contactar a López, pero su celular permaneció apagado toda la semana.
Excompañeros de oficina del exsecretario lo describieron como callado y tímido. "Era buen jefe, nunca nos llegamos a enterar de sus movimientos, ni notamos nada raro en su proceder", comentaron.
El fin de semana pasado, durante tres días, se cumplieron las audiencias contra los 28 detenidos. A 18, que negaron señalamientos, los mandaron para la cárcel, entre ellos al exfuncionario y a Cocacola. Además, a los cuatro policías (tres activos y uno retirado), que aceptaron cargos.
Siete fueron cobijados con medida domiciliaria. Las tres mujeres, entre ellas la esposa del cabecilla, quedaron libres, pero vinculadas al proceso.
Ahora las autoridades esperan resolver algunos homicidios, pues familiares de las víctimas no se atrevían a hablar por miedo a Cocacola y por la desconfianza, porque nadie lo tocaba. Ya hay dos testigos. Las investigaciones y el juicio continuarán, lo que significa que será un juez de la República el que diga si estos personajes son culpables o inocentes.
En junio del 2001 las autoridades reportaron la captura de Francisco Javier Vásquez Tapias, alias Pacho, señalado como jefe de Los Sepultureros, sindicado del secuestro y posterior asesinato del abogado Fernando Arias Taborda, Tito.
Al profesional lo interceptaron el 23 de febrero de ese año en el centro de Manizales, se lo llevaron para Chinchiná, donde lo cambiaron de carro. A principios de marzo fue hallado muerto en una finca de la vereda Morro Azul, con dos disparos y signos de tortura.
Ocho personas, entre ellas a alias Cocacola, fueron condenadas. Un policía confesó que pertenecía a la banda y que participó en el secuestro del abogado.
Una interceptación telefónica por el caso de Los Cocacolos terminó con la captura de policías de carreteras del Valle del Cauca. La Fiscalía investigaba la distribución de estupefacientes en una conexión entre Chinchiná y Cauca.
En las indagaciones se enteraron de que un hombre sindicado de secuestro y homicidio en Medellín concertó una cita en Buga con policías de carreteras para la comercialización de clorhidrato de cocaína.
Caldas tomó el caso y así detuvieron en flagrancia, con 40 kilos de droga, a los uniformados Edwin Andrés Alegrías Bernal y Fredy Salvador López Rivera, el pasado 7 de mayo. Todo empezó porque el 4 de abril anterior, en un operativo entre Buenaventura y Buga, cinco policías se incautaron de 300 kilos de droga y se quedaron con 43.
Una persona capturada después contó cuánto era lo decomisado. Los primeros detenidos confesaron que llevaban varios días intentando vender la droga. Así cayeron otros tres policías que participaron en el ilícito: Jhon James Restrepo Echeverri, Henry de Jesús Acevedo Ortiz y Cristian Camilo Giraldo Garzón.
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