LA PATRIA | MANIZALES
Del caos y el movimiento constante las primeras tres noches en el barrio Bajo Prado, donde ubicaron cambuches para las personas afectadas por los deslizamientos del pasado miércoles en la madrugada, llegó la calma. Hacia las 4:00 de la mañana de ayer solo se veía a algunos policías y militares vigilando.
En Camilo Torres las personas desalojadas permanecían a un costado bajo una carpa vigilando sus viviendas. Aranjuez, mucho más tranquilo, contaba con un grupo de voluntarios al lado de una fogata en el parque.
En la Ruta 30, frente al Portal de San Luis, cuatro integrantes de una familia se encargaron de velar por la seguridad de las casas.
Imperó el silencio
En los barrios Bajo Persia, González y Colombia, en donde perecieron 14 personas, lo único que se escuchaba eran los ladridos de un perro. En los sitios de los derrumbes alumbraban grandes lámparas. Las casas quedaron solas tras la orden de desalojarlas.
En algunas partes daban rondas uniformados de la Policía, mientras que dos militares en una motocicleta recorrían el sector. En el parque de Bajo Prado, en donde albergaron a familias afectadas, solo quedaban plásticos y plataformas de madera.
Los patrulleros que seguían allí recordaron la algarabía, el movimiento constante, los sustos cuando volvía a llover y algunos roces entre quienes buscaban algo de comer o para amoblar sus chozas. Ayer todo era tranquilidad.
33 años en la Ruta 30
Carlos Elías Blandón tiene 43 años, 33 viviendo frente a una ladera en Ruta 30 por Portal de San Luis. Dice que nunca llegó a vivir algo similar como la madrugada del pasado 19 de abril en su barrio. Él y sus hermanos se convirtieron en los vigilantes de unas 30 viviendas ubicados a lo largo de la vía.
Las gotas empezaron a caer sobre la cama de su hermana en un segundo piso, cuando se despertó notó que a la casa de Carlos, en el primer piso, se le entraba el agua. Los alertó a todos y no tuvieron tiempo sino de correr antes de que el agua y el barro invadieran todo.
Ellos improvisaron unas carpas en un parque infantil y se niegan a abandonar hasta que les ofrezcan una solución. Gracias a la comida y ropa que les llevaron los voluntarios y otros vecinos siguen atentos.
Un radio los acompaña, pues dicen que es poco lo que durmieron. Apenas en la noche del viernes lograron conciliar algo de sueño.
Para Carlos no es nuevo lo de vivir en la calle. Cuando tenía 9 años salía a la Galería a lustrar zapatos y por cuatro años deambuló por el sector. Dormía en donde lo cogiera la noche. Dice que a pulso logró construir su casa y formar una familia. Lo único que le quedó fue una moto.
"No nos podemos ir de este punto porque tenemos que cuidar lo nuestro. Hay gente mala calidad y quieren llevarse lo que no les corresponde. El Gobierno dice que dará un auxilio de vivienda, si mucho alcanza para una pieza y para meter una cama", señala Carlos.
Su hermano Fabio aprovechó para contar que hace aproximadamente un año los censaron por estar en un sector de alto riesgo, que reubicarían a algunas personas o les harían mejoramientos, pero la solución no llegó. Por eso prefieren quedarse a cuidar los pocos enseres que les quedan.
La camaradería
Los habitantes del barrio Camilo Torres dicen que seguirán las noches que sean suficientes cuidando sus viviendas. Mientras algunos vigilaban junto a un grupo de policías, otros dormían en casas cercanas.
Otros se dedicaron a hacer el desayuno, que a las 6:00 de la mañana empezaron a repartir. Para todos hubo, para desalojados y para uniformados. Estos últimos no dudaron en destacar la organización y el respeto de estos ciudadanos, unidos, así no fueran damnificados.
Solitarios
No solo tuvieron que desalojar las casas afectadas en Aranjuez por el deslizamiento en el cerro Sancancio, sino también las más cercanas. Aunque muchos ciudadanos se quejaron de que no los dejaron entrar a sacar sus pertenencias en los primeros días, los que sí pudieron hacerlo fueron los repartidores de facturas de Aguas de Manizales.
En ese barrio, donde fallecieron tres personas, la madrugada fue de tranquilidad. Solo se veía grupos de policías patrullando por el sector. Sin embargo, en el parque permanecía un grupo de voluntarios al calor de una fogata.
Fe
"Es tan grande el poder de Cristo que nos dio otra oportunidad de vivir, de que depronto consigamos algo. Qué más que tenemos salud". Carlos Elías Blandón.
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