LA PATRIA | MANIZALES
Jesús Óscar Gónzalez y Claudia Salazar se conocieron hace 25 años en el corregimiento La Paila, de Filadelfia. Él, natural de Aranzazu, laboraba como secretario del inspector. Tres años después de conocerse él se fue para Puerto Asís (Putumayo) y ella lo siguió.
De su unión nacieron Andrés Felipe, de 18 años; María Alejandra, de 14, y Laura Sofía, de 4. En el 2008, buscando un mejor futuro, llegaron a Mocoa, la capital del departamento. Él se dedicó a administrar billares y a organizar campeonatos, ella, auxiliar de odontología, laboraba en almacenes.
El 31 de marzo pasado una avalancha dividió a su familia. Hoy, Claudia no sabe nada de María Alejandra, el cadáver de Jesús Óscar posiblemente esté entre algunos cuerpos recuperados y espera los resultados de ADN para saber si el cuerpo de una bebé que otra familia reclamó corresponda a la pequeña Sofía.
Sin embargo, un pequeño consuelo le queda. Andrés Felipe, aunque golpeado, sobrevivió a la tragedia. Y tampoco pierde la esperanza de encontrar con vida en algún hospital de otra ciudad a la mayor de sus hijas.
La fuerza del agua
En la noche de ese viernes empezó a llover torrencialmente, Jesús prendió la motó esperando que Claudia, con Sofía en sus brazos, se subiera, pero llegó el primer embate. El agua que corría con fuerza por las calles del barrio Los Laureles los arrastró. María Alejandra y Andrés seguían en la casa.
La última imagen que tiene de su esposo es aferrado a un tubo de metal. A ella y a la pequeña se las llevó el torrente, hasta que se pusieron a salvo tras alcanzar la orilla. Unos vecinos las socorrieron y arroparon a su hija con una manta. Al parecer, Jesús alcanzó a salir la primera vez.
Sin embargo, llegó el segundo ataque, con más ímpetu, se las llevó nuevamente. Esta vez no tuvo la fuerza para protegerla, el agua las separó. "Yo no me salí, el agua me botó, me tuvo en un remolino, me hundía y me sacaba, me daba tiempo de respirar. Estaba oscuro, no había energía", recordó Claudia.
Minutos después encontró a su hijo, con la cara y las piernas raspadas. Él le explicó que un colchón le salvó la vida, se agarró de este hasta que piso tierra firme. María Alejandra no aparecía. Un amigo que sobrevivió comentó que antes de que las rocas que trajo la avalancha destruyeran la casa, se cogió de la mano de ella hasta que la fuerza del agua se la arrebató.
Búsqueda que no la deja partir
Diciembre del 2017 era el mes en el que Claudia, Jesús, Andrés, María Alejandra y Laura Sofía regresarían a su tierra natal, se radicarían en Manizales, cerca del resto de su familia, pero el viaje se les adelantó.
"Es triste tener que llegar allá incompletos. La idea es recuperar a mis seres queridos e irme pronto de acá", confesó Claudia.
Hasta no saber qué pasó con sus seres queridos ella no se marchará. Ayer visitaba la morgue esperando encontrar a su esposo entre los últimos cuerpos que encontraron. La semana pasada, asegura, vio a su chiquita Sofía en unas fotos, pero su cuerpo lo reclamó otra familia.
Dice que la ropa que tenía ese día era la misma. Espera los resultados del ADN para saber si se la devuelven y le da cristiana sepultura. Se repetiría la historia del conductor caldense Ancízar Cárdenas, también muerto en Mocoa. El cuerpo que no correspondía a él tuvo caravana y honras fúnebres en Villamaría. Luego Medicina Legal le explicó a la familia del muerto que hubo una confusión en la entrega.
María Alejandra es quien más la trasnocha. No sabe nada de ella, teme que la recuperación de los cuerpos cese y a lo mejor su hija esté entre las víctimas fatales. Por eso, les ruega a las autoridades que piensen en los que no aparecen, sostiene que en Mocoa se habla de unos 400 desaparecidos.
Buenas ayudas
Claudia no se queja de las ayudas del Gobierno. Dice que las donaciones son puntuales, pero no duerme en los albergues. Un buen amigo, el abogado Leandro Morales, le prestó su oficina, en donde permanece junto a unos familiares que llegaron desde Manizales a apoyarla.
Vecinos del río
El barrio Los Laureles, en donde residían Claudia y su familia, desapareció. Ubicado en el noroccidente de Mocoa, a dos cuadras pasa el río Mocoa y frente a su casa, una quebrada.
Aumentan muertos
Según el último reporte de la Unidad Nacional de Riesgos de Desastres, la cifra de muertos ascendió a 320. 118 son menores de edad. Hay 332 heridos.
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