LA PATRIA | MANIZALES
Las dos palas se clavaron en la tierra centenares de veces. Cada golpe contra el terreno que daban los uniformados adscritos al Gaula de la Policía y el fiscal segundo especializado eran de esperanza. Desde las 9:40 de la mañana de ayer empezaron a remover material en unos guaduales de la vereda San Gabriel, de Manizales, con el fin de buscar el cuerpo de Brayan Stiven Rivera, de 7 años, desaparecido desde el 23 de noviembre del 2013 en esa zona.
Este niño, el menor de cuatro hermanos, fue raptado por Carlos Alberto Gómez Loaiza, alias el Peruano, quien lo engañó con la idea de darle dulces. Desde esa fecha no se sabe nada del menor. El sujeto aceptó cargos por desaparición forzada, le dieron condena de 40 años, pero no le dijo a nadie el paradero de Brayan. Ana Delfa, la mamá, no tiene descanso desde ese día.
Un vidente o médium se acercó a la Fiscalía para decir que visualizaba al niño y que quería ayudar a ubicarlo. El fiscal indicó que se debían agotar todos los medios posibles para dar con él y ofrecerle tranquilidad a la familia. Por eso acogió la petición del hombre. LA PATRIA acompañó ayer este procedimiento, que se extendió hasta la 1:30 de la tarde, desofortunadamente, sin éxito.
Al vidente lo acompañaron su hija y otra mujer. Indicó que hace poco tuvo suerte con estos casos en el Valle del Cauca. Al llegar a la vereda, la hija del hombre se sentó en una banca de madera, donde Brayan solía hacerse. "Me indica (niño) que está a un lado de un plástico en medio de árboles", anotó el vidente.
Luego comenzó la caminata por una carretera destapada, rumbo a orillas del río Guacaica. Se entraron hacia unos guaduales y señalaron un punto que aislaba el terreno de la llegada del sol, en forma de choza. Al parecer, esa visión la tuvo el día antes la mujer que acompañaba al vidente y la dibujó. Era muy similar al lugar donde se encontraban ayer. Además, muy cercano al sitio donde los investigadores, otrora, hallaron los calzoncillos de Brayan.
Tras las primeras excavaciones se halló un plástico, lo que generó la esperanza de poder encontrar el objetivo. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, se fue desvaneciendo, pues solo se desenterrabanpiedras de gran tamaño, las retiraban, quitaban más tierra y aparecían nuevas piedras. Nada del rastro de Brayan.
La jornada iba llegando a su final. La hija del médium anotó que el niño pedía no rendirse y terminar lo que se había empezado. Los tres videntes aseguraban una y otra vez que el menor estaba en el lugar, que él se los transmitía, pero el tiempo pasó y no se logró.
Sobre la 1:30 de la tarde, el fiscal decidió finalizar con la actividad. "Brayan, lo intentamos", rezó a viva voz el funcionario judicial, triste por no poder calmar esa pena de la mamá del niño, quien ya no vive en la vereda.
Sin embargo, añadió que agotará todo lo que esté a su alcance para ubicar al menor, quien hoy tendría 14 años.
Al final, vecinos de la vereda se acercaron con refresco en mano para resaltar la labor de estas personas y lamentar que no se hubiese tenido éxito. Ana Delfa ya tiene justicia, pero quiere hacer el duelo completo.
A mediados de noviembre de 2015, un juez declaró responsable de desaparición forzada a el Peruano, quien se hacía pasar por ciudadano inca, pero resultó ser un delincuente proveniente de Pereira, en donde lo capturaron el 14 de mayo del 2014.
Usó el engaño para acercarse a sus víctimas, pues el caso de Brayan no es el único por el que lo responsabilizan. Tiene antecedentes por actos sexuales violentos en Cisneros (Antioquia). Se hacía pasar por un yerbatero e intentó abusar de dos mujeres, quienes detectaron sus malas intenciones cuando las tocaba.
No era selectivo, violó a una mujer de 68 años. Incluso tiene otro antecedente por acto sexual abusivo contra menor de 14 años en Medellín.
El día que este delincuente desapareció con Brahian, una niña de seis años -principal testigo del caso- recordó a un hombre barbado y de cabello largo. Cuando lo capturaron estaba calvo y rasurado, y al parecer, fueron constantes los cambios en sus rasgos, para evadir la acción de las autoridades.
No solamente fingió ser recolector de café. Llegó a San Gabriel diciendo que era artesano y pintor. Dos testimonios fueron clave. El de la menor, que acompañaba al niño el día de su rapto y que se negó a ir con ellos a comprar supuestamente dulces. Y el de un volquetero, que ese día se dirigía a recoger piedras del río.
Sumado a esto, los empleados de la finca en donde trabajaba el Peruano lo reconocieron y aseguraron que su actitud fue sospechosa, pues desde que entró al predio desapareció por unas horas y luego renunció.
"Este trabajo no es para mí. Ustedes no me han visto". Con esa frase se despidió de los otros trabajadores de la finca, luego de desaparecer por unos 45 minutos con el niño, con quien no regresó.
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