LA PATRIA | NEIRA
Los conocidos de Yónatan Gálvez Marín, de 22 años, en particular su mamá, Consuelo, están seguros de que el destino le hizo una mala jugada al neirano. En el peor de los casos aseguran que se comete una injusticia al señalarlo por la muerte de una musulmana en Nueva York.
El caso ocurrió el pasado 31 de agosto, pero a él lo detuvieron tres días después. Ayer debía presentarse ante un tribunal, pero la abogada informó que una crisis de nervios, fiebre y convulsiones obligaron a posponer la audiencia.
La representante le aseguró a la familia, que contrario a lo que publican los medios internacionales, Yónatan no aceptó cargos.
Ayer se conformó un grupo de amigos en Facebook (Todos por Yonatan), para apoyar económicamente con los costos de la defensa. De igual manera, ayudar a que Consuelo pueda viajar a verlo.
Quiso ser militar
El hoy procesado por asesinato inició estudios básicos en la Normal del municipio y luego, cuando integró la banda musical, se pasó para el Instituto.
Tras egresar, intentó ser oficial de Policía, soldado y policía auxiliar, pero no logró ingresar a las filas. Sin embargo, la Armada Nacional sí lo aceptó y allí prestó su servicio militar.
Su mamá recalca que siempre lo apoya en todo. “Entró a estudiar enfermería, pero se contactó con una prima lejana en Chicago, y dijo que su sueño era irse al exterior si se presentaba la oportunidad”.
Se dio hace cerca de un año, y viajó a Chicago, en donde trabajó por unos meses, pero debido a que era solo por temporadas, se fue para Nueva York. A través de otro neirano se ubicó en la denominada capital del mundo para trabajar en una casa de eventos.
Posteriormente le resultó empleo en un restaurante en donde permanecía de viernes a martes. El resto del tiempo lo proyectó para estudiar. “Madre, en septiembre empiezo a estudiar inglés”, le dijo el mes pasado.
La desgracia
Consuelo comenta que en la víspera de la muerte de la musulmana Nazma Khanam, de 60 años, Yónatan estaba enfermo, “trasbocando, decaído y creo que hasta deshidratado”.
Él le respondió que ya se le pasaría el malestar. El día siguiente se sintió mejor. “Le dije que saliera y buscara algo de comer y suero”. Llegó el jueves y todo transcurrió normal, excepto porque al llegar a la casa, cuenta la mamá, él llamó a una amiga y le dijo que había más policías de lo normal en la calle.
El viernes poco hablaron, porque ella estaba ocupada atendiendo un negocio en Neira. El sábado le dijo que estaba bien. Sus llamadas por lo regular son a las 2:00 o 3:00 a.m.
“El domingo, a las 2:49 de la mañana, me llamó. Vi un número raro. Me dijo que estaba en la estación. Pensé que no había pasado el metro, pero él me aclaró que era una estación de Policía”. Lo capturaron a las 3:00 de la tarde del sábado, antes de iniciar la jornada laboral.
“Me están acusando de la muerte de una señora”. Así se derrumbó la tranquilidad que entre ambos construyeron. Peor aún cuando supo que al día siguiente estaba en un calabozo, a la espera de una investigación por homicidio y hurto.
El proceso
Yónatan está desde el 4 de septiembre en una cárcel. La única información que tiene la mamá es a través de una abogada que le asignaron. Está incomunicado para hacer llamadas fuera del país. Su mamá lo que más quiere es hablar con él.
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