Nos arrancaron el alma y con ella se nos fue un pedazo de la vida.
Nos arrancaron el alma y con ella nos quitaron la sonrisa.
Nos arrancaron el alma y con ella se nos fue la compañera, la amiga, la madre, la hermana, la hija y la cómplice de la vida.
Hoy están tristes sus pálidos cymbidium, las rojas masdevalias, hoy ni siquiera brilla el púrpura apretado del mustio pétalo de la emblemática meliorchis, decayeron en belleza e inclinaron sus tallos ante la tremenda ausencia de su ama
Hoy perdieron sus flores la simetría cósmica de sus cornos, no quiso abrir sus rizomas la intrépida platystele ni tampoco quiso saludarnos en la nublosa mañana de este triste día el dendronioun ni la vanda. Ni el delicado aroma de la cattleya quiso perfumar este pesado espacio de ilusiones perdidas.
Imaginarias vivencias que blanquean la memoria y nos tratan de hacer invisibles hasta el profundo dolor que nos causa su anuencia.
Grito, muero, rabeo y desespero, pero al final solo somos lo que somos a través de los otros, si nos quitan los otros, como nos quitaron a Mercedes también nos quitan a nosotros, el alma y la vida y nos dejan perplejos y distantes como estrellas desbocadas en un universo sin sentido.
Para qué la vida y la mañana sin la calidez cercana de un abrazo, para qué un sofá mullido sin la irrestiblemente encantadora sonrisa que cautiva, para qué me esfuerzo sin la libertad que me dan los dioses, sino quiero gustar ni admirar y la tremenda energía se me consume en las manos.
Esto no es justo, pero de alguna manera hoy mi intolerancia a la muerte me sirve de estimulo, descontento veo que algo está mal, pero mas allá de las invisibles horas de los espacios habitados en la memoria estamos perdidos en la noche del tiempo.
Tu fortaleza me abruma y con que entereza enfrentaste la vida y también la muerte, esto me obliga a recordar mi pasado y que las palabras y las cosas siempre vivan en nosotros.
Oh nostalgia de la Mercedes que nos fue bastante amada en horas pasajeras, cuanto quisiera devolverles de lejos el gesto olvidado de la dicha habitada, hoy que te desprendes de nosotros, quisiéramos revivir allende los recuerdos reiterados, y los sueños que nos hacían creer en la felicidad.
Óscar Salazar Gómez
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