Yo no quiero que nadie a mí me diga que de tu dulce vida vos ya me has arrancado.
Mi corazón una mentira pide para esperar tu imposible llamado.
Yo no quiero que nadie se imagine cómo es de amarga y honda mi eterna soledad, en mi larga noche el minuto muele la pesadilla de su lento tic-tac.
Despedir a un hombre que siempre se destacó por ser "a carta Cabal" no es fácil, más cuando se trata de quien fue ejemplo para muchas personas. Hoy escribo estas letras sin ti papá, mi guía, mi más grande admirador, mi fuerza, mi mayor ilusión, mi inspiración.
En esta nota quiero recordar al hombre, al esposo, al padre, al amigo y al trabajador que fue Tulio Enrique Cabal Wilches, quien por casualidad llegó a Manizales donde encontró su gran amor: Aída Luz Durango Mejía. En 1950 contrajeron matrimonio, hogar en el que nacieron Diego Enrique, Jaime Eduardo, Cristian Federico y Nathalia Carolina, a quienes acompañó siempre y motivó a ser mejores personas, a trabajar duro para alcanzar sus sueños y cumplir sus metas, inculcándoles humildad, sencillez y responsabilidad. Igual que a sus hijos Tulio Enrique y Rosa Narcy, a quienes siempre tuvo presentes. De ellos, y de Fredy (fallecido) compartió recuerdos que los acercó al resto de la familia.
Amante del tango, la milonga y el fox, con su esposa conformó una pareja de baile que fue admirada por su habilidad y talento.
Ingeniero de óptica electrónica, se destacó por su entrega al trabajo, del que se retiró a los 87 años de edad. Entre sus compañeros fue reconocido por su conocimiento, señorío, gallardía y valentía, los cuales mantuvo vívidos hasta el final de sus 91 años, cuando partió.
El recuerdo de Don T estará siempre en el alma de sus hermanas, primos, sobrinos y nietos, bisnietos y tataranieta. Sus historias y anécdotas lo mantendrán vivo en el corazón de todos. Emiliana, tu "papá" también cuidará tus pasos, desde que naciste fuiste su motor de vida.
Te me fuiste papá, te me fuiste sin que alcanzara a despedirme, te me fuiste sin recibir tu bendición, sin que me dieras tu fuerte mano, pero me quedan tus enseñanzas, las cuales llegaban en el momento indicado, tus recuerdos se han convertido en nuestra compañía.
Puedes descansar en paz papá. Cumpliste una maravillosa misión y no nos cansaremos de decir lo valioso que fuiste al estar siempre a nuestro lado, atento de aliviar nuestro dolor, celebrar nuestras alegrías y apoyar nuestras ideas.
Y como dice una de las tantas canciones que escuchabas: "Solo sé que yo te quiero con una inmensa pasión y que mi más grande anhelo es que no olvides mi corazón".
Adiós Don T.
Tu gran admiradora, tu muñeca,
Nathalia Carolina Cabal Durango.
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