El miércoles 31 de julio falleció Martha Lucía Parra de Melo, luego de una dolorosa y larga enfermedad. Sus exequias se ofrecieron en la iglesia de Nuestra Señora de Palermo y sus cenizas reposan en la cripta de Nuestra Señora de los Dolores.
Martica, como cariñosamente la llamaban sus amigos y allegados, constituía para todos la muestra exacta de la mujer del evangelio, discreta, recatada, prudente, piadosa y sobre todo con un carisma a flor de piel, su escultural figura y su sonrisa permanente, iluminaban e irradiaba sabiduría de cultura y dama refinada. Artista por excelencia, sus cuadros al oleo y acrílico hablan de de su gran personalidad, bodegones, flores y paisajes, en lucidos coloridos, siempre nos mostraron el arte esplendoroso de quien vive y sabe vivir. Qué gusto, qué encanto, su hogar parecía un remanso de paz, atendido por la más acogedora de todas las anfitrionas.
Conformó su hogar con el ingeniero Lorenzo Melo Ardila, santandereanos los dos, pero caldenses y manizaleños por adopción. Él constituyó el amor de toda una vida desde su adolescencia hasta su último día, nunca se vieron distanciados, siempre el uno para el otro, no hubo conversación ni tema donde no estuviera por delante el ejemplo de su querido esposo, este amor recíproco que palpamos todos, es un gran ejemplo de hogar perfecto, complementado por sus dos hijos Ana Marcela y Juan David. Trabajó incansablemente con las obras del Opus Dei desde la más insignificante hasta el trabajo arduo de catequizar y enseñar adolescentes, siempre con la convicción de “Cada persona se santifica en su propio trabajo”. Qué creyente, qué fervor, qué tono dulce a sus oraciones, es por esto que entregó todos sus sufrimientos al Señor sin una queja, aceptándolo como premio del cielo para alcanzar la Gloria de Dios.
Desde esta página enviamos a su esposo, a sus hijos, y a sus hermanos: Gustavo Alberto, María Eugenia, Ana Milena y Ángela María Parra Turbay, quienes presidieron sus honras fúnebres; a Luis Miguel, Margarita María y María Teresa Parra Turbay, a la Familia Melo Ardila; a su ama de llaves durante 32 años Teresa Giraldo, nuestro fuerte y sentido abrazo de dolor con la seguridad que nuestra querida Martica está a diestra del Altísimo como faro esplendoroso, iluminando el camino recto para llegar gloria eterna.
Olga Rivas de Echeverri
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