A la memoria de Alicia Henao de Mejía

Alicia Henao de Mejía falleció, el pasado 4 de diciembre en su casa de Chipre viejo, rodeada de sus seres queridos. Desde el inicio de su enfermedad sus familiares nunca escatimaron en cuidados para demostrarle su amor, al que ella se hizo merecedora por su nobleza.

Ella dedicó parte de su vida al servicio de la humanidad exactamente en el voluntariado de las Damas Grises de la Cruz Roja. Allí ella se entregó con amor, devoción que se extendió por muchos años, ella adoraba la Cruz Roja y su entrega a la humanidad.

Quienes conocimos a Alicia supimos cómo era ella para entregarse en la amistad, la amistad para ella era otra dimensión, era como si tejiera todos los días una tela delicada que se teje diariamente con una puntada de hermosas flores.

Ella no vino a este mundo para ser maestra, ese no fue su trabajo, pero sus actividades y enseñanzas dejaron huella en sus hijos y nietos, generosidad, paciencia, ternura y sensibilidad en cada acto.

Alicia salía de su casa a cualquier hora para ayudar a los enfermos. Los días eran cortos para ella cuando de ayudar se trataba. Siempre te recordaremos, creo que en nuestras mentes y corazones quedaron grabadas tus carcajadas y esa manera jocosa de ver la vida. Todo para Alicia era simple, tenía un cuento y un buen apunte para todo, para ella no existían los problemas.

Si es cierto que la grandeza de una mujer está ligada, directamente al legado que pueda dejarle a sus hijos, Alicia fue una mujer grandiosa que seguirá por siempre en los corazones de todos los que la conocimos en cada acto, con comportamientos ejemplares como los que aprendimos de ella. Ya estás en el hogar del cielo, se acabaron los dolores y ese trasegar en la tierra terminó.

Un abrazo de condolencia a toda la familia: hijos, nueras, nietos y bisniestos, ganamos un ángel que cuidará de nosotros y nos acompañará desde el cielo, nos esperará cuando sea el momento de reunirnos todos en el reino de Dios.
Por siempre te recordaré,
Laura