Hace un mes largo partiste hacia destinos desconocidos, con un caudal de méritos, virtudes y valores, que en tu triple papel de esposa, madre y abuela supiste cultivar a través de una fecunda y ejemplar existencia.
Nos sirve como consuelo en estos días Iúgubres, saber que hoy descansas de los innumerables sufrimientos que se derivaron de una prolongada y penosa enfermedad, y que sirvieron para darnos ejemplo de valor, entereza y resignación cristiana.
Aunque tu ausencia nos angustia en grado sumo, nos reconforta el saber que estás gozando de las preeminencias que un Dios justo y eterno, reserva a quienes han pasado por la vida haciendo el bien.
Paz en tu tumba.
Familia Pineda Arias.
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