Mami... Mami...
Cuando el anochecer crepúsculo de la tarde manizaleña se despedía buscando el amanecer, emprendiste el vuelo hacia la eternidad en busca de la gloria eterna, la cual te ganaste por una vida de esposa buena, noble y fiel, madre amorosa, hermana solidaria que siempre estuvo con su familia Restrepo Hoyos, de nobles herencias ancestrales, de aranzazunos trabajadores, constructores de hogares ejemplares, lo cual es hacer patria y elaborar paz, hiciste honor a esos grandes ideales.
Mami... no tuviste momento para la despedida, la marcha fue silenciosa, nostálgica, no expresaste ni dolor ni angustia, el cruel aneurisma que te arrebató sin piedad de nosotros, no pudo ser derrotado por la ciencia médica.
Nos dejaste huérfanos, a mí tu cálido compañero de toda una vida, a nuestro amado hijo Andrés a su esposa Carito, la bella y delicada nieta Isabela y a nuestro juguetón y gracioso nietecito Alejandro, que nos llenó de felicidad y que desde la eternidad lo seguirás gozando, protegiendo, orientando para que sea un excelente ciudadano, de valores y ante todo un caballero como lo quisiste, como lo hicimos con nuestro buen hijo.
Adiós mujercita linda, de grandeza infinita, seguiré oyendo tus bellas canciones que llenaron de amor y alegría nuestro hogar, porque tu espíritu está a nuestro lado, porque naciste alegre como el canto de las aves en los amaneceres campesinos, qué gran acierto el de sus padres al bautizarte Leticia, o sea, Alegría en latín.
Adiós madrecita linda, adiós mujer de grandeza infinita, sigues viva en mi corazón ya enfermo y angustiado, hasta que Dios, Todopoderoso, decida juntarnos en la vida eterna, para continuar engrandeciendo la preciosa familia, los valores espirituales que juntos creamos, para gloria de Dios, y de quienes nos rodearon siempre y el Leonismo para servir y llenarnos de esperanza y fortaleza. Espérame en el cielo corazón, para ratificar nuestro amor eterno. “Oh. Qué amor tan callado el de la muerte”. Oh qué sueño tan tranquilo el del sepulcro”.
Nuestro agradecimiento infinito para todos los que se solidarizaron con nosotros en estos momentos de inmenso dolor, con sus oraciones y expresiones de condolencia, y, a cada uno de los asistentes, a las honras fúnebres.
Carlos Alberto Acosta Villegas
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