Se nos fue la Clara, se fue sin decir adiós, prematura y al destajo, se fue sin querer irse, se fue esperando vida de la vida, arrebatada de la esencia aurora matutina, de frailejones, rosas, nardos y ensenillos.
Se nos fue la Clara dejándonos una ausencia eterna que ni los recuerdos nos compensan. Valles, ríos y cañadas que sus silenciosos pies descalzos pisaron en destierros programados.
Se nos fue la Clara aún con tantas cosas por hacer, una gran mochila de ilusiones, nos faltó atravesar paramos y cruzar océanos, nos faltó montarnos en el lomo espinoso de dragones alados para remontar estrellas, alcanzar planetas y con Casiopea descubrir distantes constelaciones de lunas y soles de escondidos mundos no falto su tiempo para abrazar sonrisas, nos faltó su tiempo para acariciar su pelo, nos faltó su tiempo para ver el profundo mar a través de sus azules ojos, nos faltó su tiempo para que sus delicadas manos labraran en nuestra piel las ramas y los pájaros de las delicadas calabazas, nos faltó su tiempo para sumergirnos en heladas aguas de los cristalinos recuerdos, escalar montañas de topacios encendidos, caminar la hojarasca seca de sus palabras cercanas, ruidos, gestos, tactos y de las enmarañadas selvas de tupidas orquídeas que sus pétalos bibalbos murmullan como ángeles de celestiales cielos
Se nos fue la Clara arrastrando tras de sí su vida prematura, no queremos festejar tristezas ni tampoco soltar las ansias de calurosos ratos de alegre compañía. Negocié con la muerte su vida, ofrecí negros corceles, la brillantes de los astros, ojos tiernos de maravillosos insectos, oros, alpacas y querubines y nada fue aceptado.
Quedé solo muy solo con el silencio perpetuo de la oscura noche quiero golpear muy fuerte la tierra de mis padres y exigir clemencia tras la injusta apatía del destino, se ensañó en nosotros y arrebató con furia las inocentes almas de las amadas damas, nos privó de sus cálidas compañías, regocijo de entrañable afecto y nos dejó desnudos de ilusión, solitarios de pasiones, abandonados al oscuro cuarto de soledades eternas, allí metidos en calabozos profundos sin luces ni esperanza que faltas nos harás por siempre Clara y así como tantos otros que me duele confesar ahora, al pasar el eterno tiempo en mentiras y engaños de la mente, siempre estará un vacío que perfora el alma dejándola en jirones que no lo llenarán las horas ni los sueños ni los días, ni tus mares, ni tus montes, ni tus bellas manos adornadas de guirnaldas tengo que decirte adiós sin quererlo y para siempre, pero me resisto a despojarte de tus encantos que tantas veces en mi vida acompañaron los eternos momentos que edificaron la esencia de estos débiles instantes, existencias pasajeras en los parques nacionales: la Sagrada sierra y sus nuhues, las rojas algas de caño cristales, Mavicuri donde un delfín se enamoro de ti cogió tu mano y quería robarte par hacerla su compañera, el tuparro, el enigmático Orinoco, y muchos más de profundo silencio y soledad que era lo que más te encantaba de los viajes llévame contigo a la eternidad soñada y ayúdame a calmar este dolor que como guerrera flecha de samurai desgarra mis entrañas.
Clara por siempre Clara, la de azules ojos y sonrisa eterna, Clara mi amada compañera.
OSG
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