Carta de despedida a Josefina Aristizábal de Arias

En el cielo, vieja, están de fiesta. De fiesta porque llegaste. Te esperaban desde hacía muchos años, pero el inmenso amor que profesaste por tus hijos, impidió siempre que Caronte, el barquero de la muerte, se ofreciera a llevarte a cambio de unas cuantas monedas de ilusas fantasías.
Y estoy seguro, de que toda esa pléyade de ángeles custodios que te cuidaban, están aún tejiendo un inmenso tapiz de hermosas nubes, para que tu diáfano espíritu pueda ascender, sin tropiezos, hasta el infinito rincón donde Dios te espera.
Aquí estamos Chepa, tristes, agobiados por tu ausencia. Celosos de Dios, que podrá ahora disfrutar de tu inconmensurable bondad.
Que inmensa fuiste Mamá. ¡Qué paciencia! Imagino ahora la sonrisa del Santo Job, al verte llegar. Tu presencia, estoy seguro, será capaz de inspirar la producción de un nuevo libro en el próximo testamento.
Como aguantabas vieja, siempre en silencio. Asomada a la escondida ventana de la esperanza, del imposible, del milagro.
Fuiste tan perseverante en tu lucha por mantener el perenne abrazo de la familia, que no obstante saber que la vida te lo negaba, creíste que con tu ingenua sonrisa lo lograrías. Como supiste ser mamá. Todo lo sabías…. El problema de Gutiérrez, la jaqueca de ‘Sequina’, los cuidados desbordados con ‘Mi vida’ y con ‘nanina’, el amor por la venerada y el ‘pirdido amor’. Cómo no llorarte hoy, si tu silencio habrá de ser recordado a gritos por la caliente, por ‘tiquior’, por chelo y por todos tus nietos que a coro con un angelical Mapina lo exaltarán durante toda su vida.
Con tu prudencia nos demostraste día a día tu gran sabiduría.
Vete ahora tranquila, con la alegría del deber cumplido.
Magnánima alma tuya, tierna y sensible. Hacedora y artífice de un portentoso hogar, ven mira una vez más, tu esmerado trabajo de esposa y madre. Recorre por última vez los rostros de los que hoy, aquí te despedimos.
Y entra tranquila en el Reino de los Cielos, para que desde allá, nos sigas enviando tu bendición. Adiós Mamá.
Roberto Arias