Desde hace un año no estás en este mundo, ese inevitable momento nos tocó, ya tu alegría, tus consejos, tu optimismo y tu amor no nos acompaña en esta tierra. ¡Nos haces tanta falta! Pero creo, en mi pobre ignorancia humana, que Nuestro Señor también te extrañaba y por eso te llamó tan pronto.
En ti nuestros corazones latieron por primera vez, esos corazones cuya mitad se fueron contigo al viaje eterno, esos corazones que hoy nuestras manos ofrecen al cielo, en señal de gratitud por permitirnos tenerte este corto tiempo. Fuiste la luz que alumbró los
momentos más oscuros, fuiste el roble que soportó nuestras caídas, fuiste la palabra que nos devolvió la fe, y fuiste la mejor persona que Dios nos regaló para llamar madre, esposa, hija, hermana.
Las palabras son tan pobres para expresar el sentimiento, sin embargo hoy lo quisimos intentar, y te decimos gracias Alba María por todo y por tanto. Gracias eternas.
Familia Montoya Arias
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