Elizabeth R. Rojas
LA PATRIA | Manizales
Patricia Hincapié es manizaleña, pero vive en Medellín. En la capital de Antioquia tuvo a Federico, el tercero de sus hijos. El niño nació cuando su primogénito, Carlos, ya era mayor de edad y su segunda hija, Luisa, era una adolescente. La diferencia de edades entre ellos los llevó a tener frecuentes discordias.
Patricia, próxima a cumplir 50 años, tuvo que lidiar rápidamente con los conflictos: "Federico les cogía todo y se los dañaba. Al mayor se le notaron mucho los celos. Ha sido difícil mediar en eso, le quería pegar, pero siempre le pedimos que nos hablara las cosas".
Disolución
Sobre cómo intervenir en las peleas entre hermanos y menores de edad habló el psicólogo Pedro Agustín Garzón Vanegas, experto en terapia cognitivo comportamental. Dijo que las causas más frecuentes son los juguetes y los celos.
"No podemos pensar en las dificultades entre hermanos, si no se tiene en cuenta la diferencia en años. La rivalidad hay que entenderla como no estar de acuerdo con la forma en que los papás dispensan el afecto, dan los regalos o no, la posesión de juguetes, etc. Se dan porque perciben que las cosas son injustas", dijo.
Según Garzón, la ira es un sentimiento frecuente en las peleas entre hermanos o niños y en adultos. Dijo que llegan a ser saludables, solo si aprenden del diálogo y del conflicto y, en ello, aprenden también a resolver de la mejor manera sus problemas emocionales.
"La inteligencia emocional está muy relacionada con lo social. Si un niño aprende que la ira afecta a los demás, a su familia y lo modifica, es un niño con un elemento muy interesante que se estudia desde la neurociencia y que se llama cognición social. Eso lo hará hábil y altamente productivo en lo interpersonal", apuntó.
Las peleas por juguetes, de las discordias más frecuentes entre niños. Los padres deberán mediar para el beneficio mutuo. En la imagen aparecen Mía Isabela Hoyos Motato y Salomé López Soto.
Ambiente
En terapia, cuando se trata con niños y adolescentes, advirtió Garzón, lo que se busca es modificar el ambiente de la persona. Contó que no siempre se trabaja de lleno con los menores y que ello alcanza para otras personas del círculo familiar como los padres, los tíos, etc.
Cuando ese entorno no es bueno, se llega hasta el punto de provocar conductas autolesivos o suicidas: "Si hay mucho señalamiento de invalidación, en lo que aporten los hermanos y padres, se puede llegar a ello. Es pertinente que los padres acudan a tratamiento para que les ayuden a manejar la ansiedad".
Un error de los progenitores es que no trabajen en la tolerancia a la frustración ni se enfoquen en una atenta crianza. Esto último tiene que ver con que se dirigen más a las necesidades materiales (colegio, universidad, etc) que a las emocionales, subrayó el experto.
"El ejemplo es importante. Cuando los padres regulan su ira, sus emociones, están invitando también a su hijo a que lo hagan. Las discordias se dan cuando falta una pauta específica que los lleve a entender la autoridad", concluyó Garzón, egresado del Albert Ellis Institute, de New York.
Foto | Elizabeth R. Rojas | LA PATRIA
Pedro Agustín Garzón Vanegas.
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