B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Desde el 2005 se alertó por el rápido envejecimiento de la población colombiana.
13 años después, las cifras preliminares del Censo poblacional del 2018, del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), volvieron a llamar la atención de este problema. Hay 40,4 personas que superan los 60 años por cada 100 menores de 15 años. En el 2005 eran 28,7.
El reporte por regiones evidencia que Caldas, con el 64,34% de población mayor, es el segundo departamento, después de Quindío, con mayor índice de envejecimiento. Les siguen Valle del Cauca (60,28%), Risaralda (59,54%) y Tolima (52,08%).
Según el decano de la Escuela de Medicina de la universidad del Rosario, Gustavo Quintero, el fenómeno también debe verse como una oportunidad, ya que permite hacer adecuaciones en diferentes aspectos y responder a una realidad que es tangible desde hace una década.
“En 1985 el 3,8% de los colombianos tenía más de 60 años. Ocho años después la cifra saltó al 4,52%, para luego ubicarse en 6,31% en el 2005 y llegar al 9,23% este año. Entonces el aumento de la vejez en la población no es nuevo, solo que durante este tiempo se ha ignorado y no se quiere hacer frente, pese a las consecuencias que trae”, detalló.
Según el experto, la lógica según la cual los jóvenes deben ser el motor del desarrollo, se está perdiendo. La situación se evidencia en el censo de este año, ya que actualmente la edad promedio de los colombianos es de 31 años, mientras que en el censo de 1985 era de 20 años.
“La población joven disminuye como consecuencia de políticas que hemos tomado en el pasado para controlar la natalidad. El mejor ejemplo son las medidas adoptadas en China, donde la base era que solo tuvieran un hijo, pero esto se les salió de las manos al ver que cada vez era menos la población joven y aumentaban los viejos, lo que los llevó a incentivar la tasa de natalidad, permitiendo un segundo hijo, con beneficios de ley”, agregó.
Los analistas concluyen que es hora de que el Estado se apropie de la situación y haga cambios estructurales para mantener un equilibrio social, brindando garantías a los jóvenes y a los mayores, pensadas en nuevas políticas pensionales, fiscales y socioeconómicas, porque “si cada vez estamos más viejos, somos menos productivos y el país se estanca”, concluyeron.
Con información de Colprensa
Para el psicólogo Leonardo Aja Eslava, este fenómeno no se puede analizar de la misma manera el campo y la ciudad, debido a que la capacidad adquisitiva es distinta y Colombia en sí es diverso en sus regiones, lo que se manifiesta en crear políticas diferenciadas.
Hay que tener presente que no es lo mismo ser viejo en el campo que en la ciudad. “En el campo el viejo es un sabio y se le respeta, y en la ciudad es un estorbo y se le humilla. Eso genera que el adulto mayor entre en la condición de indefenso”. Resalta que no en vano un pico de las tasas altas de suicidio esta en personas mayores de 65 años, “porque terminan sintiendo que son inservibles para la sociedad.
Sobre los efectos económicos, el decano de la Facultad de Estudios Sociales y Empresariales de la Universidad Autónoma de Manizales, Jaime Alberto Valencia, explica lo que deben hacer los gobiernos territoriales para mejorar la calidad de vida de esta población.
1. A corto plazo
* Generar recursos para financiar proyectos de cobertura en seguridad social de esa población, que es más vulnerable y requiere mayor atención.
* La tasa de pensionados es más baja, por eso el régimen subsidiado tendría la mayor carga, que debe completarse con más programas al adulto mayor, alimentación y seguridad en vivienda.
2. A mediano plazo
* Cambiarán los indicadores del mercado laboral. Esta población, que ya supera los 65 años, no se contabiliza como económicamente activa, lo que evidencia que la tasa de desempleo se puede reducir, pero no por efecto de mejor actividad económica, sino por una menor población que se contabiliza en el indicador de desempleo. Reducción que no es objetiva, sino artificial.
* La tasa de ahorro también se reducirá, porque hay menor población trabajando, soportando gastos de una población adulta que no labora.
3. A largo plazo
* Deben buscar nuevas fuentes de financiación para focalizar programas no solo para la primera infancia, como se ha hecho, sino para la tercera edad.
* Implementar mecanismos para que esta población se involucre en los procesos económicos y de desarrollo de acuerdo con sus condiciones. Darles la oportunidad de insertarse al sistema educativo, valorar sus conocimientos y experiencias e involucrarlos en ciertas labores que no impliquen mayores esfuerzos físicos.
* El sistema de salud debe ser más preventivo, de manera que las personas lleguen a una edad adulta en mejores condiciones, es decir que no se quede solo en lo curativo.
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