LA PATRIA | Manizales
Que hay duelos que son más difíciles de superar como la pérdida de un hijo no es un gran descubrimiento. En lo que si han ahondando los médicos y los psicólogos es en las maneras sobre cómo afrontarlo y superarlo. La médica de la Universidad Javeriana, Elsa Lucía Arango, profesora de la Nacional, dictará mañana en el Teatro Los Fundadores una conferencia-taller llamada Sanando heridas invisibles.
LA PATRIA entrevistó a la especialista para hacer un esbozo de lo que será su charla:
Hablaremos de las heridas invisibles que dejan los duelos. Las pérdidas de un ser querido, de un trabajo o incluso de un error que cometemos dejan huellas en nuestra vida. Cada vivencia le enseña a las personas a ser mejores. Sabemos que cuando un ser se muere, quienes quedan desarrollan talentos y cualidades que antes no tenían. Algo así como que la tristeza y la angustia nos edifican a ser mejores.
A ser mejores con nosotros mismos, con los demás. A no condenarnos innecesariamente. Las personas que mueren nos enseñan que lo que nos dejaron puede hacer florecer en nosotros muchos talentos que no hemos descubierto. Si a la esposa se le murió la pareja y él era quien manejaba el dinero, puede ser la oportunidad para que ella sea la líder y quien maneje la economía del hogar. Es vivir nuevos roles.
Claro. Por ejemplo, la gente que toma trago y sale en su carro y mata a otro o se accidenta y muere. En ese sentido, le hubiera podido ahorrar el dolor a la familia. La muerte cuando aparece de forma natural es más probable que se supere diferente, porque no hay tantas inquietudes. En lo posible, hay que evitar los arrepentimientos que son los que ligan a las personas a sufrir por muchos años.
Las mujeres, porque son dependientes a la pareja y a los hijos.
La historia ha dicho que los hijos. Un papá nunca espera que el hijo muera antes que él. Considera que es la ley natural.
¿Existe una fórmula mágica para superar una pérdida?
No. Lo primero que hay que hacer es aceptar el dolor. Hay que vivir la etapa de trauma, llorar y desgarrarse. Luego buscar apoyo en la familia y los amigos, quienes ayudan a perdonarse, a reconciliarse con la vida. Si uno es amable con los otros y da el amor que ese ser querido brindaba, puede dar mucha satisfacción para superarlo.
Se arruinan la vida, se amargan su existencia y de paso la de los demás. También se ha visto que el duelo enferma y lo que el alma no llora, el cuerpo lo convierte en enfermedad.
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