A las señales póngales cerebro

B. Eugenia Giraldo

LA PATRIA | MANIZALES

Si tiene dificultad para levantar los brazos o mover un pie, se le complica hablar, se le altera la visión o siente el rostro torcido, tenga cuidado. Estas son señales que le indican que está sufriendo un accidente cerebrovascular (ACV).

Cada año, cobra la vida de unas 6 millones de personas en el mundo, convirtiéndose en la primera causa de discapacidad.

En Colombia esta la segunda causa de muerte y tan solo en el primer semestre del 2018, cobró la vida de 7 mil 429 personas.

Identificar los síntomas es vital porque cada minuto cuenta. De esta manera será posible prevenir secuelas que puedan afectar de manera permanente la calidad de vida de quienes lo padecen.

De acuerdo con el neurocirujano Andrés Fonnegra, de la Red Colombiana contra el Ataque Cerebrovascular (Recavar), un ACV se presenta cuando el flujo de sangre de una parte del cerebro se detiene por la obstrucción de un coágulo o por la ruptura de un vaso sanguíneo. "Por la falta de oxígeno, las células involucradas mueren rápidamente y las funciones del cuerpo controladas por estas zonas del cerebro se pueden perder. Por eso, es clave actuar”.

Según Fonnegra, es un evento neurológico que se diferencia, bien sea por la oclusión de una arteria, que es cuando se denomina trombosis, o por una hemorragia, cuya manifestación es una ruptura o una malformación. Añade que el 85% de los eventos es una oclusión.

Qué hace la diferencia

El experto aclara que el taponamiento del flujo sanguíneo se produce en una parte del cerebro. "Las neuronas que estén en esa área se pueden morir y la persona puede quedar con una secuela -leve o grave-, que depende del daño que produce. Desde problemas para hablar hasta dejarlo postrado en una cama".

También explica que cuando se produce una hemorragia en el cerebro, éste no se muere, pero produce una inflación, que casi siempre es dañina.

Fonnegra sostiene que la mayor probabilidad de recuperación de un accidente cerebrovascular ocurre cuando el tratamiento se inicia en menos de 4,5 horas desde que se presentan los síntomas. "El éxito es llegar a tiempo donde puedan brindarle un tratamiento oportuno. Cada minuto es vital, porque las probabilidades de que la persona se recupere son mayores".

El neurocirujano explica que estas afecciones isquémicas están relacionadas con la enfermedad vascular, la edad avanzada, la hipertensión, el sedentariasmo, la diabetes, las arritmias cardiacas, que son la principal fuente de trombos o émbolos y por eso es esencial controlar los factores que son modificables.

Rehabilitación

Mónica Yamile Pinzón Bernal, docente del Departamento de Movimiento Humano de la Universidad Autónoma y coordinadora del posgrado en Neurorrehabilitación, explica que lo que buscan es ayudar a que la persona tenga la mayor autonomía e independencia posible y recuperar al máximo la funcionalidad.

Sostiene que el objetivo es entrenar a la persona y que participe en su tratamiento y cita algunos tipos de entrenamiento basado en la tarea:

* Reeducación del movimiento a través del fortalecimiento muscular.

* Ampliar los rangos de movilidad de las articulaciones

* Mejorar la condición cardiopulmonar y el rendimiento aeróbico

* Que relacionen su entrenamiento con una tarea específica y asociada a actividades cognitivas.

* Uso de videojuegos, para entrenar el equilibrio, movilidad y atención.

* Resolución de problemas cognitivas que dan como resultado respuestas motoras.

Secuelas

En caso de no actuar de manera oportuna y considerando que el cerebro coordina distintas funciones en el cuerpo, luego de vivir un ACV, los pacientes podrían padecer secuelas como:

* Dificultad para coordinar los movimientos del cuerpo.

* Problemas para hablar, leer o escribir.

* Dificultad para comer.

* Cambios en la personalidad o el comportamiento.

* Problemas de memoria o pensamiento.

* Alteraciones visuales.

Recomendaciones

* Evitar el consumo de tabaco y alcohol

* Practicar regularmente actividad física

* Controlar el consumo de carnes rojas

"Actuar con prontitud ante estos síntomas previene daños de por vida, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias”.