Vanessa Sánchez
LA PATRIA | Manizales
Cuenta la historia que el emperador Carlos V sufría de gota. Así lo sugerían sus médicos, que insistían en que cambiara de dieta pues las cartas escritas a mano las hacía su secretario, debido a que era incapaz de sostener su pluma.
Quienes padecen la gota refieren que cuando el dolor aparece es incapacitante. Les cuesta moverse, desarrollar sus actividades cotidianas, incluso el roce con la sábana o una cobija los agobia.
El reumatólogo, Jairo Cerón relata que esta enfermedad es un tipo de artritis producida por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones que provoca un dolor súbito en el dedo gordo del pie, las rodillas o en los tobillos. Aclara que es cuatro veces más común en hombres, pero en las mujeres es usual cuando enfrentan la menopausia y la vejez.
“Cuando los riñones no pueden eliminar por la orina los niveles de ácido úrico del organismo se producen cristales que se depositan en las articulaciones, dando lugar a episodios de dolor agudo en las articulaciones. Los primeros eventos por lo general se mejoran dentro de un periodo de tres a 10 días sin que se inicie un tratamiento, el próximo puede tardar meses o años después.”.
Cerón asegura que dentro de las causas están el aumento de ácido úrico en la sangre (por la ingesta desmedida de mariscos y carnes rojas ricas en purinas), la obesidad, la hipertensión arterial, abuso del alcohol y tabaquismo y en menor medida el estrés y cansancio físico.
No obstante, el especialista explica que no todos los niveles altos de ácido úrico pueden dar lugar a gota. Cuando la concentración de esta sustancia es alta se conoce como hiperuricemia, que tras ser diagnosticada puede nivelarse con medicamentos.
“Para confirmar el diagnóstico de la gota, el especialista toma una muestra de líquido de una articulación inflamada para ver si hay cristales que ocasionan la gota. Aunque sólo 1 de cada 10 personas con el ácido úrico alto sufrirá gota, esta suele precederse y acompañarse de una hiperuricemia crónica”,
El especialista señala que hay que consultar al médico cuando se presenta una inflamación articular o un dolor recurrente sin ningún golpe que lo justifique, especialmente en el dedo gordo del pie, el empeine, el tobillo o la rodilla. Advierte algunas señales:
* Por lo general, solo una articulación se afecta. A veces la gota se manifiesta en las muñecas, dedos de las manos, los tobillos, talones, y el arco del pie.
* El dolor comienza durante la noche cuando la persona está en reposo. Los pacientes lo describen como insoportable y opresivo.
* La articulación se vuelve muy sensible al tacto. Duele al ponerle una sábana o una cobija encima.
* Calor y enrojecimiento.
* Rigidez.
Si los ataques y la inflamación persisten, los médicos diagnostican gota crónica o artritis gotosa, la cual lleva a un daño articular irreversible, pérdida del movimiento en las articulaciones, sensación de pesadez y calambres la mayor parte del tiempo.
El reumatólogo consultado asevera que quienes padecen la enfermedad por muchos años pueden presentar tofos, es decir, protuberancias debajo de la piel alrededor de las articulaciones o en otros lugares como los codos, las puntas de los dedos y las orejas que pueden supurar una sustancia blanquecina compuesta por ácido úrico.
“Estos depósitos se desarrollan en un 50% de los pacientes con gota y también pueden aparecer en los riñones, llevando a que se presente una enfermedad renal crónica o nefropatía”.
Agrega que si bien la gota no se puede prevenir, sí puede evitar los factores que desencadenan los síntomas como una mala alimentación y sedentarismo.
1. Descanso: no abuse de la resistencia de la articulación. Se fatigará con mayor facilidad de lo que lo haría una articulación sana. Determinadas técnicas de relajación pueden contribuir a controlar el dolor y siempre ayudarán al paciente a sobrellevar la enfermedad con mayor energía.
2. Compresas frías: el hielo o el gel frío disminuye el dolor y la inflamación. Aplique el hielo sobre su coyuntura adolorida de 15 a 20 minutos cada hora.
3. Elevación: suba sus piernas contra la pared y sosténgalas el máximo tiempo posible. Esto ayudará a disminuir el dolor y la inflamación. Ponga una torre de almohadas para que descanse sus extremidades y disminuya la sensación.
4. Medicamentos: de acuerdo a la etapa de la gota, el médico le recetará antiinflamatorios, analgésicos y pastillas para disminuir el ácido úrico. En pacientes con insuficiencia renal o problemas con este tipo de fármacos se recomiendan los corticoides.
5. Baje de peso: debe llevarse a cabo de forma progresiva, puesto que una disminución brusca puede provocar la formación de cálculos de ácido úrico en el riñón (a causa de un aumento de la concentración del mismo en la sangre).
6. Más ejercicio: el deporte, además de ayudar a mantener un peso adecuado, fortalece el organismo, mejora el flujo sanguíneo, y aporta flexibilidad a las articulaciones. Ojo, deben evitarse los deportes de impacto y optar por la natación o yoga.
7. Más agua: es aconsejable beber 1 o 2 litros de agua al día. Consuma los lácteos desnatados, las cerezas, alimentos ricos en vitamina C y el café son importantes.
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