Andrea* llegó visiblemente afectada a una reunión de trabajo. Entró a la sala en la que se encontraban sus compañeros y algunos notaron que no estaba bien. Al término de esta, conversando con una de sus amigas, le dijo que había pasado mala noche, que la traía desbordada la fibromialgia que padecía desde hace unos años.
Esta “es una condición crónica y compleja que causa dolores generalizados y un agotamiento profundo, con una variedad de otros síntomas que la acompañan. Muchas veces, se describe como un dolor de pies a cabeza”, según la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
Ana Milena Isaza Narváez, psiquiatra de la Universidad del Rosario, dijo que este es un síndrome muy preocupante, sobre todo, porque no se pueden visualizar cambios fisiológicos.
"No hay exámenes que digan que una persona tiene fibromialgia. Por eso existe la tendencia de algunos médicos o especialistas a pensar", advirtió la médica, que la persona no está mal o que sufre.
Por descarte
Isaza, coordinadora del Servicio de Dolor y Cuidado Paliativo de la Clínica Méderi Mayor, mencionó que a este diagnóstico se llega por descarte, cuando se han desechado otras posibilidades.
Esto cuando ya se sabe que no son "enfermedades reumatoides, autoinmunes, etc. Entonces, cuando los exámenes salen normales en esas patologías, es cuando empezamos a sospechar que tiene fibromialgia”, indicó.
Isaza subrayó que la fibromialgia no es solo una enfermedad que genera dolor, aunque sea su manifestación principal. Esta también tiene otros síntomas como fatiga, alteraciones en la memoria, trastornos del sueño, entre otros.
Desde lo mental
Para la CUN, algunos casos de esta enfermedad se inician después de una infección bacteriana o viral; un accidente de fuerte impacto (de tránsito)o un problema emocional, que afecta lo mental.
“Se estima que, aproximadamente, el 60% al 70 % de las personas que padecen fibromialgia tienen síntomas mentales. Lo que pasa es que, en el cerebro, la zona en donde se percibe el dolor y las emociones es la misma, por eso hay tanta correlación entre depresión, ansiedad, insomnio y fibromialgia", resaltó.
La situación es delicada, pues cuando las personas sienten ansiedad y depresión, se bajan los umbrales del dolor, por eso lo perciben con mayor intensidad. Eso hace pensar que estas alteraciones en el estado de ánimo son parte de un cuadro clínico de fibromialgia.
La psiquiatra apuntó que cuando se identifican la ansiedad o la depresión, hay que evaluar primero sí estuvieron los síntomas físicos de la fibromialgia y, según el resultado, es que se plantea el tratamiento.
Isaza argumentó que, de esta forma, la calidad de vida de quienes sufren el síndrome se altera: “Se ve afectada, porque el dolor les impide la movilización o realizar actividades que se plantean, según su ciclo vital".
La recomendación de la especialista pasa por la de buscar ayuda médica y/o pisquiátrica en el menor tiempo posible. Instó a modificar hábitos y a aprender a controlar el estrés, generando estrategias para nivelar esos cambios emocionales, como terapias de yoga, taichí o meditación, que dan equilibrio y regulan el cerebro.
* El nombre de la protagonista de la historia se alteró por solicitud de la fuente.
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