B. Eugenia Giraldo y Luis F. Molina
LA PATRIA | MANIZALES
¿Sabe usted cómo ofrecer ayuda a una persona deprimida o que pasa un mal momento? ¿Conoce técnicas que pueden facilitar un proceso más efectivo? Ponerse en los zapatos de alguien que sufre una enfermedad mental puede ser complejo para quien no la comprende y, mucho menos, no sabe de qué se trata.
Hablar de salud mental y abordarla de manera natural con quien la sufre todavía es una tarea en la que se evidencia un rezago en la población, pues más allá de conocer el abanico de emociones que compone la psicología humana, hay razones de fondo que priorizan la ayuda a los demás.
Esto lo corrobora el psicólogo Carlos Andrés Molano, quien precisa que es un proceso complejo por los bajos niveles de reconocimiento de quien padece una patología psicológica. "Si es difícil reconocer emociones, mucho más será aceptar que se tiene una enfermedad mental porque aún no hay un reconocimiento social".
Físicos y mentales
Explica que ahora a la gente no le da pena contar que tiene x o y enfermedad física, pero prefiere callar si se trata de algo mental, lo que es aún más grave y problemático.
"Si digo que tengo gripa, todos dirán: ¡qué pesar! O me recetarán cuanta bebida o pasta conozcan, pero si les digo, 'sufro depresión', recibiré un silencio de respuesta y en el peor de los casos pensarán que estoy loco". Esto lo que explica es que aún muchas personas no saben cómo manejarlas y, todavía menos, tratarlas. Lo peor del caso es que terminan por excluir a estas personas de la interacción social.
Molano sugiere que mostrarse vulnerable ante los demás es normal. “Hay una vulnerabilidad física que da desprotección y requiere acompañamiento; y hay otra psicológica y mental que da impotencia, porque, como no sabemos cómo manejarla, preferimos no hablar de eso. Error”.
Relaciones sociales
De acuerdo con Molano, escasas relaciones sociales impactan en la enfermedad mental, de ahí que facilitarlas en los distintos ámbitos en los que se mueve la persona -laboral, familiar, afectivo o de grupo-, ayuda a mejorar en algo la condición.
“Hay una cosa que preocupa y es que hay tantas influencias sociales, que muchas veces se desdibujan los síntomas, de ahí que los rasgos de introversión, pueden ser un síntoma de alarma”.
Al cuestionar sobre si es mejor ofrecer acompañamiento o esperar a que lo soliciten, expone que ese apoyo social se aplica muchas veces de manera inconsciente. "Es preguntarle cuando estamos cenando o al mediodía: ¿cómo te fue hoy?, con esa sola pregunta brindo apoyo emocional puede ser al familiar, al compañero de trabajo o al amigo”.
Apunta que esto minimiza la demanda emocional y ayuda a que la persona se sienta diferente, más cómoda.
Apoyo instrumental
Hay otro tipo de apoyo por aplicar que es el instrumental. Se evidencia cuando la persona se siente poco valorada. “Si mi compañero me dice que no sabe cómo hacer el trabajo y yo le respondo que no me interesa, no le estoy dando apoyo, pero, si por lo contrario, le doy una idea, las cosas mejoran”. Eso mismo sucede en el hogar, cuando se comparten actividades cotidianas como lavar los platos, tender la cama o acompañar al niño a hacer las tareas.
Para el psicólogo, las dos condiciones sociales –emocional e instrumental-, tanto en la familia como en el trabajo se vuelven unos factores facilitadores o atenuadores para la aceptación de la salud mental.
“Esos momentos de relación son valiosos cuando ya hay una patología, porque muchas veces enfrentar y reconocer la enfermedad es muy complejo por la misma carga social que tiene”, explica Molano.
Más que gritarlo a toda voz, reconocer una patología mental es difícil y si a esto se le suma una sensación de soledad en medio de una atmósfera llena de personas, la condición se hace más difícil. El propósito es que familia, amigos, trabajo, estudio se vuelven un aliciente para liberar esa guerra interna por su condición.
En la familia
El psicólogo Carlos Andrés Molano sostiene que el reto en la familia es mantener una conversación sana y aprender a reconocer cuándo su hijo sufre una patología mental. “Cuando el hijo no habla, está triste o no interactúa, los padres piensan que así son los chicos, pocos consideran que puede ser una afectación mental que es incapaz de expresar”.
Por eso recomienda:
* Siempre tener espacios de conversación fluida, no impuesta y que se desarrolle de manera normal.
* Reconocer al otro en su condición individual, algo que cada vez es más complejo.
* Que sean unos papás prestos a entender la diversidad de sus hijos.
Preste atención
* Si era una persona sociable y últimamente no saluda ni interactúa. O antes no lo hacía y ahora es muy extrovertido; esos cambios drásticos deben llamar la atención.
* Cuando cambia su apariencia física, que antes le importaba y ahora se ve abandonado como si no le interesara.
* Cuando modifica su estado de sueño. No puede dormir o, por el contrario, duerme mucho.
* Si hay mucha verbalización de la muerte o frases como: “Ya verán cuando me vaya”.
* Precariza condiciones en el trabajo, se recarga porque es lo que toca hacer. O acepta una relación de pareja poca sana, es decir naturaliza la adversidad.
En estos casos hay que hablar de frente, no solo sobre la enfermedad, sino sobre los tratamientos: Por ejemplo, la persona medicada muchas veces no quiere que otros se enteren, pero si con sutileza le recuerdo que se tome la pastilla y sigo con mis actividades, lo hago parte de la cotidianidad.
"La mayoría de los enfermos mentales no son propensos a la violencia. Solo del 3% al 5% de los actos violentos se le pueden atribuir a quienes viven con una enfermedad mental grave".
Rehabilitación basada en la comunidad
El psiquiatra infantil Felipe Agudelo expone que el apoyo psicosocial es lo que está indicado. Por ejemplo en la comisión del Lancet, conformada por expertos, quedó claro que lo indicado es orientar la atención a la salud mental comunitaria, en la que Caldas es pionera en el país con los programas que desarrolla en Aranzazu y Anserma. “Esto no es un capricho del Ministerio de Salud y lo peor es que Manizales no lo ha implementado, y es curioso porque tiene los más altos índices de hospitalización. Aquí, erróneamente, no se trabaja en apoyo psicosocial, sino en control de síntomas”.
Agudelo sostiene que en las enfermedades mentales cuentan los genes, pero hay otras variables como la violencia y el abuso que también influyen. “Más que ser descendiente de raza bravía, lo que se necesita es recuperar o generar capacidades, que se conviertan en funciones y sirvan para incrementar la libertad”.
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