B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Tengo 30 años, hace 6 meses terminé con mi novio y desde entonces no me provocaba hacer nada, pensaba que tal vez no merecía estar con alguien. A pesar de que mis amigos me invitaban a salir, prefería estar sola. Seguí con mi tristeza, encerrada en mi soledad. Abandoné el ejercicio, mi religión y casi hasta mi trabajo.
Un día aparecieron en mí, ideas que nunca habían cruzado por mi mente: No tengo razón para vivir, soy que estorbo en este mundo. Pero una llamada cambió mi situación, hablé con mi amiga del alma y me aconsejó visitar a un psicólogo. En la psicoterapia entendí que sufría depresión, mejoré lo que los psicólogos llaman “prospección”, que es la visión adecuada del futuro, volví a ver el mundo de una manera más positiva y recuperé la autoestima. Hoy soy consciente de que las psicoterapias son reales, ayudan y evitan desenlaces desafortunados.
57 llamadas han registrado este año de personas con conductas autolesivas que piden ayuda, están tristes y dicen que no quieren vivir. A ellas se les pudo ayudar. La conocida línea 123 tiene conformado un equipo de psicólogos que asesora a quienes lo necesiten. La Secretaría de Salud de Manizales cuenta con un registro para establecer una red de ayuda para que más manizaleños que se sientan en problemas busquen apoyo.
Lo que preocupa es que según el informe de Manizales Cómo Vamos, la capital caldense duplicó la tasa de suicidios de Colombia en el 2018, con 9,7 casos por cada 100 mil habitantes. Por esto hay que trabajar en equipo para evitar que esta tendencia se acentúe en los próximos años.
Este panorama mantiene a psiquiatras, psicólogos, personal que trabaja con salud mental y la sociedad en general en guardia, pues según Lucía Franco, experta en Salud Mental de la Secretaría de Salud, el estigma frente a las enfermedades mentales impide, en muchos casos, que las personas busquen ayuda.
Para la experta en salud mental, la intervención de las conductas suicidas desde al Secretaría de Salud de Manizales abarca múltiples estrategias. Cita un Comité municipal de salud mental que trabaja con docentes y padres de familia en la detección rápida. Esto incluye a las universidades dado que este año se cuenta un mayor número de casos en esta población.
Otra estrategia es la visita a domicilio en ciertas comunas donde se identificaron riesgos o historia familiar de patologías mentales.
Sin embargo, aclara que el mayor tropiezo es el bajo compromiso de la familia, porque reitera que en esta ciudad la estigmatización frente a las enfermedades mentales es un problema mayor. "No están pendientes de los medicamentos ni de asistir a las citas y se programan visitas y en un 37% no nos reciben", se lamenta.
Apunta que es preciso que la ciudadanía tome conciencia, porque se han dado casos de padres de familia a los que se les comunica desde el colegio que a su hijo se le detectó un riesgo de conducta suicida y al remitirlo a la Clínica San Juan de Dios, firman el consentimiento para el retiro voluntario. Esto, según ella, es una violación al derecho a la salud de un menor de edad. Añade que también han encontrado menores de edad con conductas suicidas por familias disfuncionales, violencia intrafamiliar y abuso sexual, además, hay padres ausentes, madres que trabajan todo el día y es poco el vínculo afectivo, eso sin contar las rupturas amorosas.
El psiquiatra Mauricio Castaño, de la Clínica San Juan de Dios en Manizales, explica cuáles son los factores de riesgo que pueden desencadenar en un suicidio, cómo entender estos comportamientos y la forma en la que debe involucrarse toda la sociedad para evitar más casos.
No es fácil de explicarlo, existen muchos factores de riesgo: Las enfermedades mentales graves son las primeras causas de conductas autolesivas y del suicidio, y la depresión es la que más se asocia. Sin embargo, hay otros trastornos como las personalidades inestables, las personas con relaciones interpersonales disfuncionales, con tendencia al aislamiento y con antecedentes de eventos traumáticos como el abuso sexual, el maltrato físico y/o psicológico.
Las ideas de muerte y suicidio son ideas que invaden la mente de la persona. Para implementar estrategias de prevención es necesario conocer si quien presenta la idea tiene un trastorno mental, qué situaciones en el ambiente lo han llevado a tomar la decisión, cuáles son sus creencias y cuáles son los conflictos internos que tiene.
Existen numerosas estrategias de prevención, entre las que podría mencionar:
1. Manejo agudo de la idea de suicidio, de las conductas impulsivas, generalmente con ira, que llevan a comportamientos suicidas por medio de hospitalizaciones cortas de emergencia, uso de ansiolíticos, intervención en crisis.
2. Diagnosticar tempranamente los signos y síntomas de un trastorno mental, por ejemplo, el insomnio, la ansiedad, tristeza anormal, disminución del apetito y las ideas de catastrofización, entre otros.
3. Educar a los profesores, policía, líderes comunitarios, trabajadores sociales, personal religioso y pares con respecto a la detección de conductas suicidas.
4. Educar al público en general con respecto a las medidas para prevenir el suicidio.
5. Implementar políticas que disminuyan factores asociados al suicidio como el abuso sexual y la violencia intrafamiliar.
6. Tratamiento a largo plazo de las personas con conductas suicidas con manejo farmacológico, educación, psicoterapia, intervención familiar, terapia grupal, consejería y apoyo espiritual.
Sí. Sin embargo, se requiere más que una atención telefónica.
Es importante aclarar que es muy raro encontrar una conducta suicida que no esté asociada a un trastorno mental; sin embargo, la depresión no es el único trastorno mental asociado. La conducta suicida puede estar asociada a otros trastornos mentales, como los psicóticos y los trastornos de personalidad. También hay que tener en cuenta que no todas las personas con un trastorno mental cometen una conducta suicida.
Lo primero que se debe hacer es eliminar el estigma de los problemas de salud mental, y los primeros en hacerlo deben ser los familiares. La familia debe hablar abiertamente con el afectado, sin emitir juicios de valor, brindarle apoyo constante y motivarlo para que consulte rápidamente cuando aparezcan síntomas que sugieran una crisis, tales como el insomnio, la ira incontrolada, el aislamiento, la manifestación verbal de querer hacerse daño o de que la vida no vale la pena, el incremento o uso exagerado de sustancias psicoactivas y los cambios bruscos en el estado de ánimo, entre otros.
Existen eventos del pasado que se encuentran asociados a una conducta suicida, en especial eventos traumáticos como el abuso sexual y la violencia intrafamiliar. Una persona saludable, generalmente ante un evento adverso reacciona de una manera tal que le permite adaptarse y solucionar la adversidad, al contrario, una persona con enfermedad mental tiene esta capacidad de adaptación alterada y un mayor riesgo de tomar la decisión de hacerse daño de manera rápida o impulsiva. Por lo tanto, hacia allí deben estar enfocadas las estrategias de prevención.
Mi recomendación es que, si existe la manifestación verbal o en redes de hacerse daño, consulten de inmediato. En muchas ocasiones las familias y los allegados creen que si una persona dice que se va a hacer daño es por manipular o que es mentira. Todo lo contrario, la sola idea de quererse hacer daño es anormal y amerita una atención de un profesional de la salud mental (psicólogo, psiquiatra o personal entrenado en salud mental).
"Todos los seres humanos en algún momento de la vida necesitamos ayuda y hay que buscarla sin temor de ir al psiquiatra", Lucía Franco, experta en salud mental.
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