B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
Entre las 6:30 a.m. y las 7:00 a.m. comienza su jornada laboral y aunque tiene establecido que la consulta termina a las 2:00 p.m., eso casi nunca sucede.
“Procuro no hacer esperar a los pacientes, pero tampoco quiero que el que está en consulta sienta que estoy afanado”, explica Diego Emilio Lopera, internista especializado en hematología y oncología, quien trabaja en Oncólogos de Occidente, seccional Manizales.
Cerca de su consultorio los pacientes esperan. No se impacientan, ya conocen cómo trabaja. “Sabe cómo tratarnos”, “nos habla como si fuéramos de la familia”, “nos dedica todo el tiempo que sea necesario”, así lo detalla.
Para elegir su profesión, el especialista en oncología tenía claro que debía estar relacionada con las personas, que pudiera interactuar con ellas, servirles.
En la práctica de medicina interna tuvo el primer contacto con la oncología. Al pasar revista, con los pacientes de otras enfermedades, los maestros dedicaban más tiempo para explicarles a los residentes y si había con cáncer, pasaban rápido. Eso lo alertó, de que faltaba más por hacer y por eso buscó que su rotación fuera en esta área.
“Entendí que la oncología no solo es curar una enfermedad, sino acompañar, darles calidad de vida y una esperanza a las personas”. Esta experiencia lo guió para estudiar oncología y hematología en Bogotá, de eso hace 13 años.
Los pacientes saben que Lopera no fija tiempo límite para sus consultas. A cada enfermo le dedica el espacio necesario para despejar dudas, motivación que, reconoce, está tatuada en su alma. “Mi consulta siempre ha sido demorada. Muchos de los problemas de las personas no son solo físicos, como es el caso del cáncer, sino que llegan con depresión, problemas familiares y el único espacio, aunque parezca curioso, es hablar durante la consulta”.
Esa carga emocional y la responsabilidad que le dejan tratar de curar a sus pacientes no son una barrera para desligarse de su oficio. Comenta que cuando termina la jornada lo hace contento, porque cuando ve a un paciente no solo le puede ofrecer curación, sino más años de vida. “Eso es importante, que una persona pueda seguir trabajando, tanto con los tratamientos o con la enfermedad. Eso, de entrada, me produce satisfacción”.
Lo otro, que para él ha sido esencial es el apoyo familiar. “Soy casado y tengo dos hijos. Cuando llego a la casa cansado automáticamente cambia todo. Después de haber visto en el día 35 o 40 pacientes con problemas reales, no me preocupo por nimiedades”.
Asegura que esto le permite ser más agradecido con la vida y le da la oportunidad de conocer a sus pacientes, porque dice que lo mínimo que hace es escuchar. “Cuando uno está enfermo lo que importa es la esencia de lo que uno es, no importa la profesión ni el dinero, ni las aspiraciones, lo que importa es que con la enfermedad y el temor a la muerte la gente se muestra como es realmente”.
Tenemos un problema serio y es que las estadísticas son difíciles de interpretar, sobre todo por las condiciones de los pacientes. En los regímenes especiales, los enfermos tienen una respuesta más rápida del sistema, por eso tenemos diagnósticos tempranos. En el otro extremo están los del Régimen Subsidiado, hay pacientes que deben esperar hasta siete meses para que un médico los vea y les envíe una biopsia. Y en el Contributivo, aunque no es tan oportuna como debería, tampoco tarda tanto como el anterior. En términos generales el problema en el país es el diagnóstico tardío.
No hay registros. En Estados Unidos el 96% de los pacientes con cáncer están registrados y en el nuestro se considera que menos del 30% está en una base de datos, porque aún no hay una política ni un sistema que permita que todos nos unamos. Mientras no tengamos claro lo que tenemos, y hacia dónde debemos enfocarnos, va a ser difícil que las tasas sean reales.
En el mundo la incidencia ha aumentado y la mortalidad ha bajado. En el 50%, porque hay nuevos medicamentos más eficientes y menos tóxicos, y el otro 50% es por el diagnóstico temprano y por el tratamiento adecuado. Hay países en los que un paciente con cáncer, una vez es diagnosticado, tiene menos de un mes para ser operado, en Colombia eso no pasa, porque ni siquiera tenemos estandarizado cuál es el tiempo mínimo que debe tener para hacerle cada uno de los pasos que requiere hasta su tratamiento.
Sí. Entre las cosas que influyen están las hormonas (estrógenos). Curiosamente los embarazos a edades más tempranas se convierten en un factor de protección, pero tener pocos hijos y en edades tardías o ninguno, lo mismo que el alcoholismo, el tabaquismo, son factores de riesgo. Hay que tener en cuenta que los tumores van evolucionando y son más agresivos, lo mismo sucede con la carga genética que influye entre un 15% y un 20%, aunque la mayoría de tumores son espontáneos.
“Todo debe empezar con la autoestima, si se da cuenta de esto debe reconocer que necesita estar aliviado”.
* Desde los 20 o 30 años, autoxamen del seno. No debe buscar nada, sino verificar que no cambien, que aprenda a conocerlos y ante cualquier cambio, consulte.
* Pedir ecografías y mamografías.
* Exigir a los médicos que hagan revisiones tempranas.
* Apersonarse de sus requerimientos frente al sistema.
* Conocer su herencia. Si hay antecedentes en mujeres de la familia, puede haber un riesgo, entonces debe procurar una consejería genética, que define una prueba del Braca1 y Braca2.
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Mientras en Estados Unidos el diagnóstico de cáncer de mama se evidencia en un 60% en estados tempranos, en Latinoamérica y Colombia solo es entre el 6% y el 10%.
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