Alba Nelfy Bernal Orozco*
LA PATRIA | Manizales
Por fin, después de muchas ecografías, mamografías, radiografías, linfogamagrafías, radiologías y todo lo terminado en ‘ía’; además de una ecografía con arpón, tuve mi cita de desamor y amor con el quirófano. De desamor, por aquello de ‘abrirle a uno la unidad sellada’; y de amor, porque uno espera que las cosas salgan, lo mejor posible.
Entre todas las cosas curiosas vividas a raíz de la desapacible presencia de un tal tumor, menciono -por ejemplo- que antes me encontraba con los amigos, compañeros y conocidos, en bares y cantinas, cada cual con su dosis. Hoy también coincidimos, pero en las antesalas de las EPS, hospitales, centros médicos, consultorios y droguerías, pero por la dosis de medicinas. ¡Ya no somos los de antes!.
Y bien, son tantos los estudios practicados desde la primera mamografía, que no exagero al afirmar que estoy más palpada que unos bongós. Y como olvidar la repetida frase: 'Retírese el brasier y la blusa'. Yo interiormente me decía: ‘Quítese la ropa que no es pa' eso’. Hoy pienso que el día que en otra revisión médica, no tenga que prescindir de mis prendas de vestir, me va a parecer muy exótico el examen.
La hora esperada
Bueno, en fin, se llegó la hora y luego de tanto frotamiento, inyecciones y punzadas (unas veces dolorosas, otras desagradables, unas más tediosas), imaginaba que ya la cirugía en sí, iba a ser como ir a bañarme toda una tarde, a los termales.
Con todo y eso, en el día tan esperado, no me salvé de más exploraciones. A las 6:15 de la madrugada, ya estábamos mi hermana y yo camino al SES Hospital Universitario de Caldas. Esa mañana de martes, me esperaban otros tres exámenes.
De nuevo a la 1:30 de la tarde, volvimos al hospital. Una hora, dos horas, tres horas, y -por fin- me encontré estrenando mi bata azul. El suero en su sitio, toda la literatura gráfica y escrita, interna y externa, sobre mi cuerpo: Citas, órdenes, resultados, originales, fotocopias, en una gruesa carpeta, bajo la camilla. Ahí nos dirigimos al lugar de la esperada cita. Previamente habían escrito con un marcador en el seno derecho: NO y en el izquierdo: SI, dizque por seguridad. ¡Y se abrió la puerta del quirófano!.
Seguidamente, el anestesiólogo llegó dispuesto con una careta, para que me olvidara de mí, del mundo, sus placeres y tristezas, del invierno, del ‘antipático bicho ese’, del ‘quédese en casa’, etc., etc.
- 'Bueno Alba Nelfy, nos va a ir muy bien', me dijo Walter Arboleda el cirujano y así fue. Yo me fui. Más tarde, cuando entre la nebulosa y la confusión, abrí los ojos, no vi ni demonios, ni ángeles, ni al viejito aquel de larga, blonda y blanca barba con su cuaderno de admisiones y rechazos. Entonces me dije: ¡Bueno, no me morí! Y de nuevo la voz del médico: 'Nos fue muy bien'.
Recuperación
Puedo decir, que efectivamente y según el parte médico y el posoperatorio, todo va evolucionando positivamente, esto gracias al médico, las enfermeras y demás personal del Hospital. Ellos desplegaron su parte más humana, lo que necesariamente imprime confianza en pacientes y familiares.
Tuvo además mucho que ver, la presencia incondicional de Fanny y Omar, mis hermanos y de La María, Juli y Migue, mis sobrinos. Además del acompañamiento de los otros familiares, amigos, compañeros y desde arriba Luis y María Libia, mis papás; y Martha, mi amiga.
Así pues que luego de estar en la sala de recuperación un buen rato, en la tarde noche, me echaron del hospital. Volví a casa, a refugiarme en mi cuarto, en compañía de los míos, los gatos y a la espera de una positiva y rápida rehabilitación.
Mi pretensión al hacer partícipes a los lectores de este anecdotario, no es otra que invitar -sobre todo a las mujeres- a que no le den largas a los asuntos médicos. Todo este trasegar por los consultorios no ha sido como ir a comer obleas a Chipre, pero si no posponemos estos asuntos y sin temor acudimos a la cita con el quirófano, lo más probable es que más temprano que tarde podamos estar -por lo menos- dándonos un vueltón.
* Periodista, licenciada en Filosofía y Letras e investigadora.
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