B. Eugenia Giraldo
LA PATRIA | MANIZALES
El instructor, sorprendido, le preguntó a su alumno Alejandro: ¿Usted había manejado carro antes?. No, le respondió el aprendiz, de 20 años. La habilidad y sobre todo la coordinación de las extremidades llamaron la atención del señor de la academia.
Alejandro, le contó, que comenzó a tocar instrumentos de percusión desde los ocho años. "Siempre me han gustado los que tengan que ver con la salsa como congas, bongoes y timbales, principalmente", expuso el joven.
La clave, en el caso de Alejandro fue aprovechar las posibilidades que le ofrece la música para desarrollar otras destrezas.
Se conoce que este arte, que da a los sonidos y los silencios una composición particular, produce sensaciones que abarcan movimientos, desarrollo del lenguaje, y afinamiento de las emociones y de los placeres, entre otros.
El experto en emociones musicales y docente de la Universidad Javeriana Óscar Hernández Salgar anota que la gente reacciona a la música que le gusta. “Hay un estudio reciente que dice que los gustos que uno adquiere a los 14 años son los que tienen asociaciones más fuertes con la audición musical en edades posteriores”.
Manifiesta que desarrollar una destreza musical, como tocar un instrumento o leer una partitura, requiere que la persona mantenga un nivel de atención, que luego se puede extrapolar a otras actividades de la vida cotidiana, como sucedió con Alejandro. Y admite que entre más vivencia corporal se experimenta más intensidad, lo que mejora su experiencia emocional.
La doctora en psicología de la música Gloria Patricia Zapata, docente de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, sostiene que hay estudios en esta área que miden no solo las habilidades y psicometría, sino el establecimiento del vínculo afectivo, por ejemplo en la relación madre-hijo o parental y en el transcurso de la vida.
Expone que lo sonoro y corporal (lenguajes no verbales) son esenciales para establecer esos vínculos, porque el bebé atiende al hablado materno -tatata tatatá, sonidos agudos y notas repetidas- que desarrollan la narrativa y conversación que tiene el lenguaje.
Activar la memoria es otro efecto que ofrece la música. Según la experta, las actividades musicales utilizan distintas áreas del cerebro que trabajan de forma articulada. Anota que en pacientes con alzhéimer y algún tipo de lesión cerebral se ha encontrado que el sonido permite entradas de información por otras áreas, que ayudan a que haya más plasticidad neuronal.
Robinson Cuadros, presidente de la Asociación Colombiana de Geriatría, apunta que la música es efectiva porque no solo es generadora de emociones y recuerdos, sino que es capaz de aumentar la actividad cerebral y expandirse hasta el lóbulo izquierdo en el que se procesan el lenguaje y la memoria, curando discapacidades y disminuyendo los efectos del alzhéimer.
Un informe del diario El País de España anota que sin saber muy bien por qué, la música es una de las pocas armas que tienen los terapeutas para hacer frente al avance del alzhéimer. A pesar de la devastación que provoca esta enfermedad en el cerebro y, en particular, en la memoria, una gran parte de los enfermos conserva sus recuerdos musicales aún en las fases más tardías. Un estudio señala las posibles causas de este fenómeno: la música la guardamos en áreas cerebrales diferentes de las del resto de los recuerdos.
Añade que los pacientes con distintos tipos de demencia y parálisis cerebral o de un miembro, niños con dificultades de aprendizaje o personas de la tercera edad pueden potenciar a través de actividades musicales ciertas habilidades como lenguaje y memoria y argumenta que en ambientes hospitalarios se ha encontrado su efecto o cambio en las pulsaciones del corazón, en la relajación y en el manejo del dolor.
Esto se explica porque la experiencia auditiva y musical al estar ubicada en la zona temporoparietal está conectada con otras áreas del cerebro relacionadas con las emociones y el placer.
Así como Alejandro a través de la percusión desarrolló otras habilidades también hay que decir que la música incita al movimiento. Según Zapata, al interpretar un instrumento se activa la corteza motriz, porque se articulan el corte auditivo y la corteza motora. “Por eso es que se trabaja mucho con pacientes con parálisis porque ayuda a activar esas áreas del cerebro”.
Lo que llama la atención es que si alguien tiene lesiones del habla o problemas del lenguaje, el estímulo musical le permite a través de la melodía y de los sonidos empezar a asociar palabras, caso concreto un tartamudo, que no tartamudea cuando canta.
Esas conexiones musicales y cerebrales de las que habla Zapata también ayudan a la memoria, porque la música entreteje sonido y palabra y en esa relación trabajan ambos hemisferios: El derecho, que es el no parlante, está pendiente de lo holístico y de lo no verbal y en los trabajos con música hay información que entra por este hemisferio y activa áreas del izquierdo, que es el que habla.
Juan Manuel López, investigador en biomédica e ingeniero electrónico, manifiesta que lo que han encontrado es cómo la música puede intervenir en estados de estrés y de atención de las personas.
López desarrolla un tipo de estimulación musical con beats binaorales: se coloca un tono (sonido a determinada frecuencia) diferente en cada oído, y el cerebro empieza a oscilar en esas frecuencias, es decir, ponen a oscilar el cerebro en la frecuencia que ellos quieren.
Según López, el cerebro tiene unas oscilaciones naturales, algunas asociadas a estrés y concentración, que son las ondas beta , que están entre 12 y 30 hertz, y las alfa, a la relajación, que son más lentas, entre 8 y 12 hertz.
El experimento se desarrolla con estudiantes universitarios y busca que mejoren parte del estrés que sienten antes de un parcial.
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“Cada género musical produce distintos tipos de reacciones emocionales y auditivas. Está ligado a la familiaridad que se tenga con ciertos géneros. No es que haya una música mejor que otra, sino expresiones diferentes”, Gloria Zapata.
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“La música es una herramienta que nos ayuda a mejorar procesos de atención, memoria, relajación. Hay que saber utilizarla”.
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Muchos enfermos no saben ni su nombre, pero reconocen las canciones que les emocionaron.
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La música se experimenta de mejor manera moviendo el cuerpo, pero así no se mueva, se activan las zonas de cerebro con las que la persona se movería normalmente.
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