LA PATRIA | MANIZALES
Resfriados, fiebres, dolores de cabeza, entre otros, son dolencias que en algún momento aliviamos con un medicamento no prescrito por un médico. Pero si este comportamiento llega a pasar el límite del abuso o dependencia, se convierte en una conducta dañina que conlleva a una intoxicación o posible muerte y se cataloga como un problema psicológico y de salud pública.
“La automedicación es un fenómeno muy común en Colombia y en el mundo. Es definido como el comportamiento individual de consumo de medicamentos por iniciativa propia, pero cuando aumentamos o disminuimos las dosis, prolongamos o interrumpimos el tratamiento”, explicó Andrés Pérez Acosta, director del Observatorio del Comportamiento de Automedicación de la Universidad del Rosario, quien lleva más de diez años estudiando este fenómeno.
Originalmente la automedicación es un buen comportamiento heredado por la evolución del autocuidado, pero los humanos lo han distorsionado. Sin embargo, no es exclusivamente humano: desde los orígenes de la naturaleza, plantas, tierra y animales encontraron mecanismos para combatir enfermedades y parásitos.
¿Qué tan grave es la automedicación?
Es una práctica de alto riesgo porque ningún medicamento es inocuo, todos tienen efectos secundarios. Según Pérez, “son como venenos de bajas dosis y si los consumimos abusivamente, aumenta el riesgo de intoxicación y eventualmente de muerte”. Por su facilidad de adquisición, los fármacos más utilizados son los de venta libre como analgésicos, antigripales, antibióticos y antiácidos.
Hay que tener en cuenta que el nivel de gravedad de consumo abusivo depende del medicamento que se esté consumiendo, y qué tan fuertes son sus efectos. El director del Observatorio del Comportamiento de Automedicación de la Universidad del Rosario explicó que no es lo mismo el efecto secundario de un acetaminofén al de fentanilo (narcótico sintético opioide con una potencia superior a la morfina, utilizado en medicina por sus acciones de analgesia y anestesia). Sin embargo, aunque el acetaminofén es un medicamento seguro, si se consume de manera continua puede llevar a una intoxicación grave. Por su parte, el fentanilo está llevando a miles de personas, especialmente en Estados Unidos, a morir por adicción, lo cual tiene en alerta su sistema de salud.
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De esta manera, complementó el investigador, cuando se tiene un uso inconsciente, irresponsable, adictivo o impulsivo de los fármacos y se pierde la conciencia de sus efectos, este comportamiento se vuelve un problema psicológico.
Otra de las más severas consecuencias globales que tiene la automedicación es la resistencia microbiana a los antibióticos -que se produce cuando el paciente toma indiscriminadamente antibióticos-, las bacterias mutan y se hacen más fuertes e inmunes ante los medicamentos, por lo tanto, los tratamientos son más complejos y costosos.
“Teniendo en cuenta que los abusos permanentes son los que están generando resistencia, se requiere de acompañamiento y educación para que la gente entienda para qué sirve y para qué no sirve un antibiótico”, recomienda el psicólogo Pérez.
Motivos para el comportamiento de automedicación
Cuando hablamos de las motivaciones que tiene la población para el autoconsumo de medicamentos, podemos encontrar una gran cantidad de variables; No obstante, el Observatorio ha detectado que los motivos principales que incitan este comportamiento son:
- Autocuidado de la salud: es el motivo original, y aún el principal, para el consumo de medicamentos por iniciativa propia. Incluso tiene antecedentes evolutivos en el comportamiento de otras especies animales, las cuales buscan agentes farmacológicos activos en la naturaleza (por ejemplo en las hojas de los árboles, la tierra o en heces fecales) para combatir parásitos o síntomas de enfermedades. Los humanos heredamos esta tendencia, que tiene raíces genéticas aún desconocidas y aspectos de aprendizaje y cultura profundamente estudiados desde las ciencias sociales y de la salud.
- Rendimiento físico o cognitivo: las personas recurren al dopaje no solo en deportistas de alto rendimiento sino en personas que practican deporte recreativo. Entre ellos hay una cultura de automedicación, sin ser conscientes de que los suplementos que toman incluyen sustancias farmacológicas. Asimismo, aquellas personas que tienen altas exigencias académicas o profesionales.
- Evasión y diversión: esta es una de las motivaciones que tiene su propia cultura. Las fiestas de los jóvenes son escenarios donde se abusa de sustancias que originalmente son medicamentos, algunos de ellos de prescripción siquiátrica. Las usan con una intención de búsqueda de sensaciones, por una intención evasiva, para huir de la realidad.
- Cosmética y belleza: con motivos distintos a los de la salud, en esta categoría hombres y mujeres recurren a medicamentos de varios tipos, oral o tópico, buscando la modificación de la imagen corporal.
- Terminación de la vida: esta es la última categoría motivacional que el Observatorio está identificando como un conjunto único y tiene que ver con suicidio y terminación de embarazo.
Futuro de extremos: ¿apocalíptico o esperanzador?
Las estrategias y recomendaciones para controlar la automedicación giran en torno a la necesidad de educar al consumidor para que esta sea una práctica responsable. En ese sentido, la empresa farmacéutica, en todo el mundo, realiza acciones sobre el óptimo consumo de medicamentos; sin embargo, esto debe estar conectado con iniciativas del Estado, la academia y las asociaciones de las comunidades.
En la mayor parte de los países, excepto Estados Unidos y Nueva Zelanda, los medicamentos de prescripción médica, los que formula el médico, no tienen publicidad masiva, solo la tienen los de venta libre. Esto marca la diferencia entre la crisis por opiáceos que vive el país del norte, donde mueren cientos de personas por sobredosis, y Colombia, donde este tipo de medicamentos no son de venta libre.
Sobre el futuro de la automedicación el profesor de la Universidad del Rosario y director del Observatorio visualiza una polarización en dos extremos: uno apocalíptico y otro esperanzador.
“En diez años la automedicación irresponsable será apocalíptica, como lo que ha pasado en los últimos años en los Estados Unidos con el tema de los opioides. Esto debe ser una gran lección para que nosotros no copiemos. El otro extremo, esperanzador, será el crecimiento de comunidades de uso responsable, que, aunque es minoritario, puede crecer gracias a todos los esfuerzos que, aunque son aislados, crean conciencia sobre el uso mesurado y seguro de los medicamentos. Estas comunidades van a ser mayores y conscientes de que consumir un medicamento es algo de cuidado, tiene riesgo y hay que hacerlo consiente y mesuradamente”, afirma Pérez.
Como última recomendación, Andrés Pérez Acosta indicó que es importante fomentar el posconsumo responsable de medicamentos. El público debe acercarse a los puntos azules que están en farmacias y centros comerciales donde reciben los medicamentos, de uso veterinario y humano, que estén vencidos, parcialmente usados o viejos. Detrás de la estructura de puntos azules hay todo un respaldo y estructura de responsabilidad social de la industria farmacéutica. “No es una buena idea guardar medicamentos, ni compartirlos; recicle”, concluyó el investigador.
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