Luisa Fernanda Alzate Zapata*
LA PATRIA | Manizales
El 2020 fue difícil para todos los gremios: Empresarios, estudiantes, agricultores, trabajadores independientes, etc. Pero para los profesionales de la salud también lo ha sido, debido a los grandes retos que nos llevó a sacar lo mejor de nosotros para atender los pacientes con covid-19 que llegaron y aún llegan a las instituciones.
Como enfermeros tenemos un gran rol de cuidadores, esencia de esta profesión. Sin embargo, con la atención de estos pacientes, vivimos lo que en realidad significa cuidar. Tocamos las más profundas fibras del corazón del ser humano y dejamos el miedo al contagio para combatir una infección que no solo afecta la parte orgánica, afecta el alma y el espíritu.
Somos testigos del sufrimiento de los pacientes al sentir que no pueden respirar bien y vivimos la sensación de soledad infinita que nos expresan. Eso nos llevó a usar diversas formas de comunicación para acercarlos a sus familias; es que ellas no pueden ingresar para verlos y despedirlos.
Nos involucramos tanto en sus vidas que recordamos los nombres de sus allegados, las cartas que les leemos y las videollamadas que les facilitamos. Así como esas expresiones de cariño y agradecimiento que nos llegan por haber cuidado y acompañado en momentos tan difíciles a sus seres más queridos, incluso si ya no están con ellos.
Ha sido un tiempo de sacrificios. Para atender los pacientes con la covid-19 tuvimos que estructurar planes de contingencia en corto tiempo, prepararnos para enfrentar cuadros clínicos en ese momento desconocidos, solo con la información que sobre el virus se leía desde las experiencias de manejo en otros países. Los protocolos de atención fueron publicándose con ajustes diarios, lo que generó un estrés adicional.
Hemos perdido tiempo con nuestras familias. Los pacientes con esta infección requieren mayor cuidado y la aplicación de diversos tratamientos, lo que incrementó la jornada laboral y, sumado a esto, el cansancio físico y mental.
Pero algo mayor a los sacrificios, son los aprendizajes que desde nuestro rol adquirimos: Aprendimos a valorar la vida y entendimos que la muerte hace parte de ella; también a disfrutar los cortos momentos con nuestras familias. Vimos qué tan vulnerable es el ser humano, que no puede estar sólo, que necesita de otros para existir.
Esta no es solo una profesión, si no el ser, el saber y el bien hacer. Eso hace que nuestro trabajo tenga sentido. Aprendimos que logramos más trabajando en equipo, que luchando con nuestros egos. Aprendimos que somos muy creativos y que podemos adaptarnos a cualquier situación por más difícil que sea. Aprendimos a ser agradecidos con Dios y con las personas que laboran con nosotros: médicos, auxiliares de enfermería, terapeutas, administrativos y otros profesionales de apoyo.
Finalmente, esta situación nos llevó a reflexionar sobre nuestro papel en la vida. ¿ A qué venimos a este mundo?. ¡Venimos a servir!
* Jefe de enfermería UCIS Clínica San Marcel - Confa Salud.
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