Desde 1980 estas fuerzas trabajaron de forma conjunta. Desde antes los gobernadores elegidos ya eran de su cuerda. Para algunos, fin de una era. Para otros, apenas una pausa. Retos.
Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA | Manizales
El régimen más largo de América, después del castrismo en Cuba. Así describió a la tradicional coalición que gobierna Caldas hasta esta semana, el exgobernador Guido Echeverri en reciente entrevista dada a LA PATRIA.
Son varias la fechas que tienen algunos como origen de esta alianza. El mismo Ómar Yepes anota que esta duró 28 años hasta la muerte del líder liberal Renán Barco en el 2008, aunque se ha prolongado en cabeza de Ferney Tapasco y ahora de Adriana Franco.
Esto indica que la coalición en sí se inició en 1980 y no en el 74, como muchos anotan, que fue cuando llegó el hoy presidente del Directorio Nacional Conservador al Congreso, cuando Barco ya llevaba seis años en él.
No obstante, para algunos, antes de esta alianza ya los gobernadores eran puestos por Barco o por Yepes, con apenas leves interrupciones, en tiempos en que los designaba el presidente de la República.
Para Adriana Villegas, abogada y periodista, en su tesis de grado de la especialización en la Universidad Javeriana, el origen formal de la Coalición Barco-Yepista podría ubicarse en 1988, año de la primera elección de alcaldes, cuando se unieron para enfrentar aliados a fuerzas políticas emergentes. Así fue electo Kevin Ángel Mejía. A medios nacionales, Yepes siempre les dijo que la coalición era una fuerza para elegir gobernador de Caldas y alcalde de Manizales solamente.
Por eso la elección de ayer de un gobernador ajeno a los apoyos tradicionales de ese grupo marca un hecho histórico en el devenir político de Caldas, pues termina con casi 40 años de mandatos de sus designados sin solución de continuidad. No obstante, los hoy derrotados, seguramente ven esto como una pausa.
El exgobernador Guido Echeverri tiene por qué saber lo que dice. Nació dentro de esta coalición como líder político, se apartó de ella en oportunidades para dar la pelea desde afuera, con no muy buena suerte, y volvió para ser elegido mandatario de los caldenses en el 2011.
Durante su breve paso por la Gobernación sufrió en carne propia las presiones de sus jefes políticos y eso hizo que una vez afuera tomara partido en favor de Julián Gutiérrez Botero, sin importarle que a este lo apoyaran los grupos a los que se acusa de haber demandado su elección. Guido fue pieza clave en la decisión de los electores ayer.
En los años 80 y parte de los 90, la coalición la integró además Luis Guillermo Giraldo. Los tres se repartían la burocracia en partes iguales. Giraldo se retiró en un par de oportunidades, pero la alianza nunca se interrumpió entre Yepes y Barco, incluso cuando Luis Emilio Sierra se les unió para elegir a uno de los suyos: Emilio Echeverri en el 2003.
Esto llevó al asesinado subdirector de LA PATRIA, Orlando Sierra Hernández, siempre a describir esta alianza como un Frente Nacional comarcano o como adroginismo político.
Fue tal la fuerza de esta coalición que en las elecciones para Congreso de la República en 1986, un conservador, Ricardo Zapata Arias, llegó al Senado con votos puestos por el liberal Renán Barco. Con la disciplina de perros que caracteriza a estos grupos políticos, liberales de base en La Dorada votaron por Zapata, tal como lo ordenó el entonces cacique.
"Esta práctica de endosar los votos entre los dos dirigentes les ha permitido mantener en sus manos la Gobernación de Caldas, por lo que se puede decir que reproducen en el departamento a menor escala, el Frente Nacional de otrora", escribió Sierra Hernández en el libro "Democracia, política y paz" en 1997.
Cuando Yepes perdió casi todos los puestos del gobierno nacional en Caldas por atacar de manera dura a Ernesto Samper, en pleno escándalo del Proceso 8.000, la Central Hidroeléctrica de Caldas permaneció como cuota suya, pues el muy conservador Óscar Vélez Gómez figuraba en las instancias nacionales como protegido del senador Barco, insistía Sierra en el mismo texto.
En otras oportunidades fue Yepes Alzate el que endosó votos. De esta manera llegó al Congreso de la República, en la Cámara de Representantes, Carlos Parra Cifuentes, en 1994, por lo que se decía que la mitad de esa representación era de Ómar.
Cuando apenas empezaba la actual campaña para gobernador de Caldas y no había candidaturas definidas, la representante a la Cámara Adriana Franco recordó el pacto entre Yepes y Barco e insistió en que se debía respetar, pues era una sociedad natural. No obstante, ella no fue capaz de mantener la unidad dentro de su partido y las filas liberales hicieron agua. Miembros de los directorios municipal y departamental, así como concejales, se retiraron para apoyar a Julián Gutiérrez en su aspiración.
Ahora en la casa liberal seguramente vendrá un reordenamiento de fuerzas de cara a las elecciones para Congreso en marzo próximo. Esto, a pesar de las declaraciones del jefe del partido, Simón Gaviria, de que la candidatura para Senado es un hecho para Franco, las cosas podrían no ser tan claras y ella primero deberá resistir los embates que se le vienen dentro de su colectividad.
Cuentas de cobro
Aunque mantuvieron el poder durante estos casi 40 años en el departamento, 33 como coalición, la historia sí les pasó cuenta de cobro a sus caciques, pues tras el escándalo llamado del robo a Caldas en 1982, que fue de dimensiones nacionales, estos dirigentes quedaron con muy mala fama, a pesar de no haber recibido sanción alguna.
Tanto Luis Guillermo Giraldo como Víctor Renán Barco apenas si fueron nombrados ministros de Justicia, cuando no soportaron la presión mediática. El uno no se posesionó y el otro alcanzó a estar en esa cartera solo un par de días. De los tres, solo Luis Guillermo llegó a la Presidencia del Congreso. Los otros dos recibieron postulaciones, pero no quisieron alborotar el país político.
El propio Yepes reconoció en entrevista a LA PATRIA, en el 2010, que no dio un paso más decidido en alcanzar la presidencia del Congreso, precisamente para evitarse la exposición mediática.
Otra dura prueba fue el asesinato de Orlando Sierra en el 2002. El periodista, duro crítico de la coalición fue atacado por un sicario cuando ingresaba al periódico poco antes de las 2:00 de la tarde del 30 de enero de ese año.
Medios nacionales pusieron en evidencia el poder de los dos senadores en Caldas y el oscuro pasado de Ferney Tapasco, mano derecha de Barco, quien hoy se encuentra acusado de este asesinato, esperando su sentencia o su absolución.
Así mismo, del Partido Liberal fue la llamada lista maldita, de la cual cuatro miembros que la integraron en el 2006 terminaron en la cárcel por Parapolítica, tras el acuerdo firmado con el frente Cacique Pipintá de las Autodefensas Unidas de Colombia en la vereda El Tambor de La Merced, así como el mismo Tapasco, expresidente de la organización política en Caldas. El propio Barco cuando murió era investigado por presuntos nexos con un paramilitar.
Queda muy malherida la coalición barcoyepista. Por primera vez en estos años sin Gobernación, sin Alcaldía de Manizales, sin mayorías en la Asamblea ni el Concejo de la capital, pero ingenuo sería darla por acabada, pues ahora es que más necesitan estar juntos para mantener algo de poder.
Falta ver qué decisión toman sus máximos dirigentes. Aún sus votos son muchos (70.905 reportaron ayer por Augusto León Restrepo) y mantienen el poder en por lo menos 14 municipios de Caldas. De cara a las elecciones de Congreso el próximo año, falta ver si se sacuden lo suficiente en sus aspiraciones de llevar por el Partido Conservador a Amparo Sánchez y Arturo Yepes Alzate; así como por el Partido Liberal a Adriana Franco y otro más para la Cámara aún no decidido. No la tendrán fácil, atrás quedaron los tiempos en los que se regalaban votos, ahora todo tarjetón cuenta y ahí sí se sabrá si el de ahora fue un golpe de gracia o apenas un nocaut transitorio, hasta la próxima pelea.
No se puede olvidar que muchos de los votos que tiene hoy la coalición del sierrismo, la U y Cambio Radical vienen del barcoyepismo, y en cualquier momento pueden volver a él.
El reto hoy para Julián Gutiérrez es trascender de la idea generalizada de que no hay diferencia entre las dos coaliciones. De él depende que los políticos no sean los dueños de su mandato y no terminar con la apreciación de un personaje de la novela El gatopardo: "cambiar para seguir igual".
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