La baja cotización del café colombiano en la Bolsa de Nueva York viene impactando de manera negativa el precio interno del grano, haciendo que los cultivadores no logren ni siquiera recuperar lo invertido en el proceso de producción, y que estén trabajando a pérdida. La dirigencia del gremio se reunió recientemente con miembros del Gobierno Nacional en búsqueda de recursos para aliviar la situación y ya hay respuesta positiva en el sentido de usar $95 mil millones que no se utilizaron de la ayuda del año pasado, pero si el problema persiste ese remedio será apenas un paliativo. Hay temas de mucho fondo como los costos de la mano de obra o de los insumos que necesitan una atención más precisa.
Además, estar siempre buscando ayuda económica del Ejecutivo no es lo deseable, cuando lo que debe lograrse es garantizar que la caficultura sea una actividad rentable y competitiva. En ese sentido la Federación Nacional de Cafeteros debe trabajar en forma más consistente para que los productores reciban lo justo por su esfuerzo. No obstante, sí es importante ver lo que ocurre con los altos costos de los fertilizantes sin una causa clara aparente (ya que las fluctuaciones de los precios del petróleo y del dólar no encajan con alzas de esos productos de casi el 30%), y si el Gobierno puede ayudar a que esa situación mejore es clave su intervención. Lo fundamental es no poner en peligro la calidad de nuestro grano.
Es verdad que gracias al gremio cafetero Colombia asumió con firmeza épocas de vacas flacas, y los colombianos les debemos mucho a los cultivadores del grano por su ejercicio de décadas, pero hay que encontrar otras salidas, que estén adecuadas al momento. Por ejemplo, hay que seguir mirando hacia dentro de la organización y analizar si la llamada contribución cafetera debe seguir siendo fija, del 6% de las exportaciones, o si la lógica es que también fluctúe al mismo ritmo del precio del café y de la rentabilidad de todo el ejercicio. En momentos como el actual las condiciones establecidas se convierten en un gran lastre para brindar soluciones de fondo.
Una decisión que vaya en esta dirección debe considerar, así mismo, que los salarios de los ejecutivos de la Federación se ajusten a la realidad. No resulta equilibrado que tales asignaciones parezcan propias de las lejanas épocas de bonanza, cuando la realidad es bastante diferente, de permanente crisis. Que un gerente del gremio gane cerca de tres veces lo de un congresista no es justificable, ni siquiera para los momentos de mejores precios. Que tengan un salario digno y una prima por resultados sería lo justo. Ojalá se tome conciencia de esto y se adopten medidas.
La solución que se plantea desde la cúpula del gremio para hacerle frente a la actual crisis suena interesante, pero puede resultar muy riesgosa. La idea de que el café colombiano sea sacado de la Bolsa de Nueva York para venderlo por fuera de ese escenario a un precio mayor está llena de dificultades, ya que es poco probable que los compradores, las grandes tostadoras, acepten pagar más por el solo hecho de no estar en el mercado bursátil. Es cierto que en ese medio hay especulación y con frecuencia remuneración poco justa, pero no es fácil que eso cambie. La apuesta es riesgosa y deben ser analizadas todas las posibles consecuencias para evitar sorpresas desagradables.
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