Es una realidad, comprobada con cifras, que la población caldense está confirmada cada vez más por personas adultas mayores, mientras que los niños y jóvenes corresponden a una proporción decreciente de la demografía regional. Así lo confirmó recientemente el director del DANE, Juan Daniel Oviedo, quien estuvo en Manizales con un gran paquete de estadísticas que retratan de manera muy clara lo que somos en toda clase de aspectos.
Al abordar este asunto, con base en la Gran Encuesta Integrada de Hogares 2018, con sus respectivos ajustes, permite proyectar que hacia el 2035, en Caldas, la pirámide ideal de población de menos adultos y más jóvenes en su base, se modificará, con menos jóvenes y más adultos mayores. Las cifras son elocuentes: mientras que en 1985 el 6,11% de los colombianos tenía más de 60 años, en el 2018 este porcentaje ascendió al 13,27%, y en Caldas se incrementó incluso al 17,97%, cuando en la década de los 80 estaba por debajo de la media nacional. De hecho, por cada 69,34 personas mayores de 60 años hay 100 menores de 15 años, pero se avanza con una tendencia al emparejamiento.
Además de que las personas duran ahora más que antes, lo que más ha incidido en este fenómeno en Caldas y Manizales (la esperanza de vida subió en el departamento de 72,48 años a 76,68 años, durante la última década) es que numerosos niños y jóvenes migran a otras ciudades, y al mismo tiempo las mujeres, que ahora están más insertadas en el mercado laboral y acceden más fácil a educación, cada vez aplazan más sus decisiones en materia de maternidad.
Ante esta tendencia, que es progresiva, la ciudad y el departamento tienen que tomar decisiones que nos permitan adaptarnos de mejor manera a este desafío, que bien asumido puede representar avances y beneficios en lugar de dificultades. No hay duda de que esta región de Colombia es altamente valorada como buen vividero, y que el clima y la calidad de vida resultan llamativos, precisamente, para personas adultas que quisieran establecerse en nuestra región luego de superar su etapa productiva. Así las cosas, podría pensarse con mayor determinación desarrollos inmobiliarios que atraigan a adultos mayores de otras regiones a pasar su vejez aquí.
Se requiere que nuestro mobiliario urbano, los espacios públicos y toda clase de infraestructura, sean prioridad ante la realidad de que cada vez más personas necesitan poder moverse sin obstáculos a su paso, no solo en Manizales sino en todos los municipios de Caldas. En eso tenemos un desafío enorme.
Lo cierto es que, pese a que esta tendencia hacia el envejecimiento en Colombia y en nuestra región viene de tiempo atrás, esta realidad no ha coincidido con políticas orientadas a responder adecuadamente a ese desafío. Es fundamental y urgente que el Estado ejecute cambios estructurales que mantengan un equilibrio social, brindando garantías a los jóvenes para crecer y desarrollar sus familias, y a los adultos mayores para que tengan comodidades y oportunidades de seguir siendo productivos durante buena parte de sus vidas, sobre todo por sus conocimientos y experiencias, sin que sean considerados estorbos, como infortunadamente son vistos por buena parte de la sociedad.
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