Vladimir Daza


En los días que estamos haciendo maletas para salir de vacaciones, consultar las páginas de turismo ofrecen la oportunidad de hacer un poco de historia cultural de la nación colombiana. Colombia descubrió tardíamente sus fronteras y el desarrollo siempre ha sido desigual. Nunca se construyó en las costas del Pacífico una gran ciudad ni en los Llanos ni en La Guajira. En consecuencia, los viajeros quieren “descubrir” a sus extraños vecinos “de al lado” que habitan en Colombia, pero que tienen la propiedad de vivir en “lugares mágicos”, carentes de civilización y libres de la contaminación; los cuales parecen recrear el “antiquísimo sueño cristiano de encontrar el camino al Paraíso terrenal y con él quien sabe la llave de la felicidad perdida”, como escribe historiadora italiana María Serena Mazzi en su libro Los viajeros medievales (2018).
Chocó, por ejemplo, tiene “selvas abundantes, ríos hermosos y playas magníficas”, en las que se puede descubrir “su exuberante naturaleza”. Su pobre capital, Quibdó “entraña toda la magia del Pacífico colombiano”. Como si se tratase del viajero medieval, el fraile Odorico da Pordenone, nos dice que el municipio de Sapzurro es “un auténtico paraíso terrenal” con “senderos, cascadas”.
En otra frontera, de la Colombia profunda -como se dice ahora-, en Casanare, existe un “lugar mágico de 17.000 hectáreas” que es otra versión del Paraíso. Otra página nos recuerda los “5 lugares mágicos de Colombia”. La Guajira, que es una región pobre, tiene “mágicos paisajes”, es “mágica”, por lo que “descubrir La Guajira es entrar en un universo de magia”, según la revista Semana.
Ante la falta de instituciones públicas vigorosas de una gran librería como las de 5.ta Avenida, de la majestuosa obra de ingeniería y arte como la Grand Central Terminal de New York o de un museo emblemático de la cultural regional, a través de un discurso visual, estas regiones de la Colombia profunda se representan como lugares mágicos, lo contrario a civilizados y modernos.
Ahora bien, ¿de dónde estas regiones pobres y olvidadas son portadores de “magia” y “paraísos”? Estos discursos se explican en la obra de Los viajeros medievales (2018), se debe a la persistencia de la Leyenda de Oriente como un lugar bendito, exuberante, “inocentemente sexual” -y prueba de ello serían las mulatas y mestizas que se ofrecen al turismo internacional-.
En Colombia, la función del Oriente mítico le correspondería al mundo indígena y, particularmente, a los guajiros, los cuales nunca se sometieron a ser representados por los poderes coloniales. El poder del colonialismo de estigmatizar los pueblos y las culturas fue asombroso, verbigracia, a la variedad de grupos étnicos como “muiscas”, “chimilas” y “chitareros” los etiquetó como “indios”; y a la diversidad de pueblos de África, como los yorubas, les llamó de una sola manera: “negros”.
El lugar que ocupaba Oriente en la imaginería occidental, por ejemplo, en las “Cartas persas” (2008) de Montesquieu lo ocuparía, según Deborat Poole, los incas. En su obra El Orientalismo (2013), Edward Said afirma que “Oriente era casi una invención europea y, desde la antigüedad, había sido escenario de romances, seres exóticos, recuerdos y paisajes inolvidables y experiencias extraordinarias”. La capacidad que tuvo Occidente, escribe Said, de “orientalizar” el mundo Oriental fue gracias a la hegemonía que tuvo este pues se trataba, en palabras de Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte y citadas a manera de epígrafe por Said de que el mundo colonial y obviamente el Oriental “no pueden representarse a sí mismos, deben ser representados” debido a su condición colonial.
En la “saga” de películas Indiana Jones de Harrinson Ford cuando se realiza la búsqueda del “Arca perdida” se recrea muy bien este concepto de Said con momias malditas, mundos mágicos perdidos, exuberantes y opulentos de riquezas fabulosas que un hombre de la civilización descubre.
El turismo nacional buscará el paraíso milenario que, seguramente estará en una isla del Caribe, en los pueblos olvidados, lejos de la modernidad.
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