Vladimir Daza Villar


Leía los titulares de La Patria “Una mujer atacó a su esposo y lo hirió”, “Masacre en Betania”, “Impresionante suicidio en Centro Comercial de Manizales”; “La mayor cantidad de muertes violentas son entre los 20 a los 24 años”, “Tarde de violencia”, “Fue asesinado de cinco disparos”; pero me atrapó aquel acerca de la “extraña muerte de dos mujeres, madre de 80 años e hija, es un misterio”.
Otra noticia pudo ser “Una anciana es asesinada por un joven ruso de 27 años, migrante en Manizales, de apellido Ralkólnikov. Entre los objetos que le fueron encontrados estaba una edición original de 1865 del libro Vida de Julio César escrita por el emperador francés Napoleón III”.
El crimen de Ralkolnikov es, quizás, el más famoso de la literatura y es en las páginas de las desgracias de sangre donde el escritor ruso Fedor Dostoievski podría haber encontrado el personaje de su famosa novela Crimen y castigo, aunque también podría haber encontrado crímenes terribles de decapitados en el Informe de CDHI para crear la representación del mal.
Dostoievski, como saben los lectores, vivió su propio infierno y purgatorio de sufrimientos. En un juicio militar-civil del zar Nicolás I fue sentenciado a muerte, pero su castigo fue permutado por el destierro en Siberia donde el carcelero pasaba todas las noches por la barraca donde estaban los condenados para verificar si estos estaban durmiendo del lado del cuerpo que él les había autorizado. Tal infierno duró cuatro años, luego cuatro más como soldado raso y dos más sin que le estuviera permitido vivir en ciudades capitales.
La pregunta planteada por especialistas es porque el interés por su obra y su propia vida no se desvanece. Alex Christoffi, autor de Dostoevsky in Love. An intimate life, nos ofrece una pista: “More than anything else, Dostoevsky was a deeply moral writer, and he refused to turn a blind eye to the suffering he saw among the slaves (for that is effectively what serfs were), the outcasts, the prostitutes, the humiliated, the sick and the silenced of his day”. (“Dostoievski era un escritor profundamente moral, y se negó a hacer la vista gorda al sufrimiento que vio entre los esclavos (porque eso es efectivamente lo que los siervos eran), los parias, las prostitutas, los humillados, los enfermos y los silenciados de su día”).
Por las paradojas de la historia, 30 años después de haber sido acusado de conspirador contra el zar Nicolás I, Dostoievski fue invitado por su hijo, el zar Alexander II a transformarse en el mentor moral de sus hijos, los grandes duques Alekzei y Pablo. Dostoievski, quizás hubiese querido educar a los duques en la idea de que Cristo más que un atributo de la fe es un “ejemplo de amor verdadero al prójimo” y el Estado debería obrar de acuerdo con principios éticos y cristianos y no brutales.
Dostoievski vivió años de turbulencia política y de extremada violencia. Entre 1853 y 1856 se produjo la sangrienta Guerra de Crimea donde murieron 150 mil soldados rusos; el zar disolvió la servidumbre transformando 20 millones de esclavos rusos en súbditos, como escribe Richard Pipes. En 1878, el alcalde de San Peterburgo, Fedor Trepov, fue herido mortalmente por una mujer de un movimiento radical de los que crecían en aquellos años. El mismo zar Alexander II, quien muchas veces sufrió atentados como el de 5 de marzo de 1880 en el mismo Palacio de Invierno donde una bomba mató a 11 personas e hirió 56, finalmente fue víctima, el 1 de marzo de 1881 de una potente bomba, un mes después de la muerte de Dostoievski. De este modo los demonios de la violencia y el terror se apoderaron de Rusia.
El poeta y crítico literario ruso Igor Bolgin escribe que Dostoievski decía que después de diez años de muerto todo el mundo se habrá olvidado de él. Según Bolgin, en la era soviética, Máximo Gorki, llegó a decir que Dostoievski era un “genio, pero un genio del mal”, de allí que hasta los años 80 apenas se editaron sus obras completas.
Hoy en Colombia, país de tantos infiernos y purgatorios, nos vendría bien leer a Dostoievski en sus 200 de nacimiento. Sus preguntas acerca de ¿qué es el hombre?, ¿qué es el mal?, ¿qué es el bien?, ¿qué es el sufrimiento?, ¿cuál es nuestro destino ante la vida? son contemporáneas.
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