Vladimir Daza Villar


El “presente” ese el de “más megas, más rápido”, como si fuese una maldición de Midas, todo lo que toca lo vuelve obsoleto, viejo y ruinas. Caminaba hace unos días por la Av. Santander de Manizales y me conmocioné al ver cómo derribaban una casa antigua, una de la época en que la élite de Manizales salió del centro y se expandió hacia otras partes de la ciudad. Era una casa con chimenea, con pisos y escaleras de piedra, y con un pasamanos de cedro; todo estaban siendo despedazados a martillazos sin piedad.
El músico cubano Bebo Valdés expresó la tristeza que yo sentí en ese momento. Lo hizo de manera sencilla cuando produjo un nuevo CD. Se trata de su testamento musical acerca de las viejas canciones emblemáticas de la música popular cubana, como lo son Échale salsita, La flor de Yumurí, Yo ya no vuelvo a querer, La bella cubana y Cuba linda. En el cuadernillo de este afirma que:
Cuando tantas cosas están desapareciendo, yo me aparezco con esto. Pues sí. Este disco expresa la nostalgia de cosas, gentes y lugares que ya no existen, de la juventud que se fue, de las personas a las que amé, de un mundo que se va o ya se ha ido. (Valdés, 2005)
El gran pianista cubano sentía una conexión emocional con su historia, con su pasado. Como dicen los versos de la canción Samba de Bênção: “mas para fazer um samba con beleza/ É preciso um bocado de tristeza/ É preciso um bocado de tristeza/ senão, nao se faz um samba não”.
Aunque los historiadores estudian la vida de los indígenas, su reducción a pueblos de indios, sus rebeliones; las cuadrillas de los esclavos que vivían en la miseria en las minas de oro del Chocó; las constituciones del siglo XIX en Colombia; las instituciones de las sociedades del pasado; la antigua Roma; y muchos otros temas; estos no son anticuarios, son gentes de su tiempo. Por ejemplo, el gran historiador Carlo Ginzburg afirmó que Marc Bloch —el experto en historia medieval— escribió su gran obra Los reyes taumaturgos —la cual trata sobre el poder mágico que poseían los reyes medievales para curar las llagas de los enfermos— en 1924 y parte de la experiencia que tuvo como soldado en la primera guerra mundial (1914-1918). ¿Cómo es posible que la gran matanza de 1914 le sirviera de inspiración?
El historiador mexicano Enrique Krauze “insistía en reimaginar, reinventar, repensar lo que los personajes de pasado vivieron o sintieron (…)”. Y las sociedades del siglo XXI, justamente, encuentran algo atractivo e interesante en aquellas sociedades del pasado que preferían que los indígenas Wayúu en el siglo XVIII bajasen a las profundidades del mar hasta reventarse sus oídos en el Cabo de la Vela o ahogarse para extraer las perlas que irían a España para hacer las coronas de todas las vírgenes de todas las iglesias; o los señores que con orgullo andaban con sus bastones y cuatro criados para mostrar su distinción social. O estudian personajes de la primera mitad del siglo XX como Laureano Gómez para aprender acerca del origen del autoritarismo colombiano o a Gilberto Alzate Avendaño. Pero son estimulantes preguntas a la historia las que cada generación se hace y permiten volver al pasado, a la historia.
Fue el historiador Armando Martínez quien organizó el Congreso de Historia conmemorativo del bicentenario del Estado Nacional de Colombia, con el apoyo de las Academias de Historias del Norte de Santander, de la Academia Nacional de Historia de Ocaña y de Bogotá, del Consejo de Estado y del Ministerio de Cultura. Y fue en la Villa del Rosario de Cúcuta donde se reunieron los diputados de once provincias en 1821 para celebrar el Congreso Constituyente de la República, este que dio origen a la primera Carta Constitucional en ese mismo año.
Ahora, se reunirán —los días 27, 28, 29 y 30 de agosto— ocho distinguidos historiadores colombianos y extranjeros para conmemorar dicho Congreso y responderán las siguientes preguntas significativas e históricas: ¿cómo entender la historia del concepto de constitución y sus conceptos afines en el caso de la naciente República de Colombia?, ¿cuáles fueron los temas comunes en los constituyentes venezolanos de 1811 y los colombianos en 1821?, ¿qué fue eso de La Cosiata y si eran los venezolanos contra Colombia?, ¿cómo fue que se concibió, a orillas del Sena, la figura de Simón Bolívar como el Dios de Colombia?, ¿cuál fue el protocolo de la producción de la Constitución de la Villa del Rosario?, ¿cuáles son los antecedentes sociales y los conceptos jurídicos de la Ley de Manumisión de esclavos de 1821?, ¿cómo fue que los constituyentes de Colombia se decantaron por un gobierno popular, electivo y representativo?, ¿anuncia la pandemia el fin de la escuela como institución educativa?.
Es posible que sus respuestas sean un cimiento para que los colombianos seamos devotos de nuestro pasado, como Valdés lo fue del suyo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015