Sebastián Galvis Arcila

Escribo por el desconcierto de algunos padres de familia (no pocos) y con el reproche a cualquier entrenador de fútbol que, siendo experto en conocimientos y reglamento deportivo, descuida o desconoce lo fundamental de la relación entre niño-técnico en su disciplina. A menudo, se pierde la perspectiva y se puede llegar a confundir la dirección a un pequeñito con la enseñanza a un deportista juvenil. Es entendible que esto pase con técnicos que no han tenido más escuela que la calle o la informalidad para dirigir un club futbolero, pero ¿qué pasa con técnicos certificados y reconocidos de la ciudad y la tradición de la institución para la que trabajan? Es lamentable laborar a la sombra de la sobrevaloración, lo que describe muy bien el rezago futbolístico en el que nos encontramos.
Lamento que no se entienda, o que muchos técnicos comprendan selectivamente que los niños de nueve y diez años se encuentran en proceso de formación de su personalidad y por lo tanto deben aprender desde una enseñanza equitativa, paciente y sensible los aspectos básicos del juego, los valores humanos y el liderazgo positivo. Pero les enseñan lo contrario cuando los tratan como adultos por el régimen del grito y la ironía; cuando son evidentes las preferencias deportivas y cuando el profe desconvoca a cualquier jugador por aspectos distintos a su comportamiento, expresando con ello un manejo inapropiado de pasiones y una inseguridad que es transmitida al equipo que no conecta por completo.
Si sabemos que un entrenador infantil es uno de tantos en la carrera deportiva de un deportista, deberían ustedes considerar cómo se reprende y se castiga, porque los niños no entienden bien reprimendas para adultos, pero sí que saben cuándo alguien no los aprecia lo suficiente. Con actitudes despóticas y preferenciales como las mencionadas, lo que están enseñando es el miedo y la competición salvaje, esa en la que todo vale porque el fin es numérico. Así es como se acatan las enseñanzas de aquel que antepone intereses personales y es ligero de lengua: como mala intención de la que no queda más remedio que escapar. Es apenas natural que quien no se siente cuidado busque un mejor lugar para seguir creciendo.
Tal vez si nunca nos hemos puesto unos guayos podríamos pasar por alto las responsabilidades éticas que tienen los técnicos infantiles en el futbol, pero con la idea concreta de lo que es el deporte, debemos pronunciarnos en contra de toda forma de opresión contra el bienestar de los niños que tienen entre muchos otros, el derecho a soñar, a ser tratados equitativamente y a recibir oportunidades, no advertencias temerarias que mutilan el espíritu. Los niños no son pasajes ni fuente de financiación, son personas que han de identificar a cada uno de sus entrenadores por el recuerdo de los tratos que de ellos recibieron. Hermoso sería que ellos pudieran relacionar a su entrenador con seguridad y criterio, con virtud y sabiduría, con motivación y paciencia.
Pero mi observación sospecha de aquellos técnicos que pasan inmaculados ante la opinión popular por el hecho de trabajar en una escuela reconocida de esta ciudad; es preciso decir que esto no los faculta para faltar al respeto a ningún jugador, o para tomar decisiones unilaterales basadas en la más inapropiada de las preferencias técnicas. Hago un llamado a poner la mirada en las buenas maneras y en la rectitud en el cuerpo técnico de los niños para que su desarrollo en el fútbol sea agradable y beneficioso, consecuente con los principios del respeto, el esfuerzo, la iniciativa y el trabajo en equipo. Es fútbol antes que negocio.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015