Sebastián Galvis Arcila
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Hay cosas que no se entienden fácilmente a ninguna edad, una de ellas es la causa por la que mi profesor pone a leer siempre al mismo estudiante en nuestra clase virtual. En un grupo de veinticuatro estudiantes, todos varones, me sigue inquietando la razón por la que es Idárraga el que tiene que leer el contenido de las diapositivas, como si los demás no pudiéramos hacerlo.
No es envidia profesor, no piense eso, papá me ha enseñado que siempre que hay posibilidades de hacer las cosas mejor y que siempre en algún lugar del mundo, cerca o lejos, habrá una persona que puede hacer las cosas mejor que uno. No es envidia profesor, pero yo sí quiero saber por qué usted siempre pone a leer a mi compañero Idárraga y no a Gómez, Arias, Aristizábal, Loaiza, o a cualquier otro.
De tantos recuerdos buenos que tengo con usted en el curso de este año pandémico en el que he llegado a ocupar los primeros puestos del grupo con su ayuda y la de mi padre, he llegado a entender que tercero de primaria es uno de los grados más difíciles para un niño; pero no me puedo despedir al final de este año sin enseñarle mi inconformidad por lo que a todas luces es una preferencia poco disimulada de su parte. Preferencia que ha causado en múltiples ocasiones que algunos de mis compañeros y yo nos quedemos con las ganas de leer, de hacernos visibles y de tener un reconocimiento en clase.
El compañero que usted siempre pone a leer lo hace muy bien, resalto su habilidad lectora y su buena pronunciación; si esa es la razón para que usted opte por darle este rol protagónico en cada clase, le entiendo, pero ese es un hecho que me queda marcado en la memoria porque a veces desmotiva no hacer parte del favoritismo del profesor. Seguramente en su intención está el tratarnos a todos de manera justa, pero cuando la actividad es participativa, varios nos quedamos esperando una oportunidad.
Sé bien que mi compañero se destaca en su forma de leer, pero no es el único, otros niños también leen de manera ágil y esa oportunidad de aparecer se esfuma cada vez que usted define quien será el interlocutor. Por otra parte, a los compañeros que no se les da muy bien leer podrían aprovechar esa oportunidad para participar y recibir instrucción de su parte en cuanto a la forma en que podrían mejorar su desempeño y comprensión. No se trata la educación de distinguir entre los niños avanzados y los que siempre están metidos en problemas. Lo digo porque gente como yo a la que le cuesta quedarse quieta, la estancia en el colegio se le dificulta casi siempre en conducta, pero ahora que estamos en educación remota el apoyo familiar saca lo mejor de nosotros, al punto de llevarnos a los mejores resultados.
No pediría que se me regale nada, no pretendo ser un consentido de mi profesor, la responsabilidad es un valor que según me han enseñado en ética, es imprescindible desarrollar para ser un ciudadano de bien, con esto acepto de buena gana la exigencia pedagógica. Por esto, me despido agradeciéndole por todo su esfuerzo y dedicación para conmigo y mis compañeros; pasar a cuarto sí que es una alegría que amerita expresarse y compartirse con nuestros seres queridos; después de todo, la justicia como principio moral aclara que este es solo un incidente, que todos somos humanos y diferentes, que las molestias deben dialogarse y que todos incluyéndolo a usted, no precisamos recibir lo mismo sino lo que necesitamos.
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