Pbro. Rubén Darío García


El Papa Francisco nos ha convocado a la Jornada Mundial por los pobres. Es una hermosa oportunidad para aplicar el Evangelio: “Nos dio el Señor cinco talentos y espera que retornemos otros cinco”. Nos ha dado cinco ayudas para que no perdiéramos la vida: La Palabra de Dios, la comunidad cristiana, el servicio, el Bautismo y la Eucaristía. Nos dotó de una capacidad única: amar, porque “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos ha sido dado” (Rom 5,5).
El Padre Dios nos ha hecho entrar en la Iglesia, para que ganáramos unos hermanos y nunca estuviésemos solos; nos ha mirado con tanta misericordia que nos ha regalado el perdón por su amado Hijo Jesucristo y nos ha reconciliado con Él cancelando toda la deuda impagable que habíamos adquirido a causa del pecado. Por la pascua de Jesús nos ha resucitado.
Por el Don del Espíritu Santo podemos amar a nuestros enemigos, es decir, a quien nos desacomoda y es posible compartir todo lo que tenemos con él, ya que por el mismo Espíritu nadie considera suyo lo que tiene, todo lo pone al servicio del “otro” porque este “otro” es don de Dios para mi vida, es un hermano, es una hermana.
La Palabra nos mueve hoy con su fuerza: “Hijos míos no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras” (1 Jn 3,18). “Escuchen queridos hermanos: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que le aman? Ustedes en cambio, han enfrentado al pobre. Supongamos que un hermano o una hermana anda sin ropa y falto del alimento diario y que uno de ustedes le dice: ‘Dios lo ampare; abríguese y llénese el estómago’ y no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta” (St 2,5-6.14-17).
Dice el papa Francisco: “Ha habido ocasiones en que los cristianos no han escuchado este llamamiento, dejándose contaminar por la mentalidad mundana. Pero el Espíritu Santo no ha dejado de exhortarlos a fijar la mirada en lo esencial. Ha suscitado, en efecto, hombres y mujeres que de muchas maneras han dado la vida en servicio de los pobres. Cuántas páginas de la historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que con toda sencillez y humildad, y con el novedoso ingenio de la caridad, han servido a sus hermanos más pobres”. Entre ellos destaca el ejemplo de Francisco de Asís, al que han seguido muchos santos a lo largo de los siglos” (Carta para la Jornada Mundial de los pobres).
Hermanos, no enterremos nuestro talento, pongámoslo a producir pensando en los demás y especialmente en los más necesitados. Estamos llamados a ser pobres, colocando toda nuestra confianza en el Señor, para que podamos, despojados de todo, mirar a nuestros hermanos que sufren y ayudarles saliendo de nosotros mismos. Jesús nos ha enriquecido con su pobreza y la pobre de Nazaret nos ha enseñado a amar en la vida simple y sencilla. Que el escándalo de la riqueza acumulada de muchas personas y países, sea transformado en solidaridad verdadera por el clamor de los más pobres.
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Hermanos, no enterremos nuestro talento, pongámoslo a producir pensando en los demás
Director del Departamento de estado laical de la Conferencia Episcopal de Colombia
Proverbios 31,10-13.19-20.30-31; Salmo 127; 1 Tesalonicenses 5,1-6; Mateo 25,14-30 Santiago 2,5-6.14-17; Salmo 34,7; 1 Juan 3,16; 4,10.19; Mateo 5,3
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