Rodrigo Alberto Peláez


El café es un negocio de pobres o de ricos dependiendo desde donde se mire. Los países productores nos encontramos en el cinturón ecuatorial y tenemos en común ser subdesarrollados o en el mejor de los casos en vías de desarrollo. El mercado para nuestro producto está principalmente en los mercados de Europa, Asia y Norteamérica donde están los gigantes del negocio que cada vez concentran más poder, capacidad de compra y manipulación de precios. Una cápsula de Nesspresso contiene 5,2 gr de café y se vende a precio de supermercado entre 40-70 centavos de dólar, lo que equivale entre 75 y 135 dólares un kilogramo, 8-13 centavos el gramo. En Starbucks un latte cuesta 4.5 dólares y cada taza contiene 15 gramos de café tostado, 30 centavos de dólar el gramo. En la góndola de un supermercado una libra de café colombiano de grado comercial mezclado con inferiores cuesta 10-12 dólares, 2-2,5 centavos de dólar el gramo. Una libra de café 100% colombiano podría estar por 15 dólares y si tiene algún grado de especialidad entre 20 y 25 dólares, o sea entre 3 y 5 centavos de dólar por gramo. En resumen un gramo para el consumidor final en un supermercado o servido en un Coffee shop especializado oscila entre 2 y 70 centavos de dólar.
Pedro, un productor en Colombia, recibe por kilogramo de café pergamino seco el equivalente de 2,15 dólares, de donde salen 650 gramos de café tostado. La materia prima se le paga al productor a US $ 0,003 el gramo (un tercio de centavo de dólar). En el mejor de los casos el precio de compra es el 10% de lo que paga un consumidor final en un supermercado para no hablar de lo que paga por un café servido. El precio es demasiado bajo aquí, donde comienza la cadena de suministro. Con ese dinero nuestro productor cubriría los costos de producción, según la Federacion, sin incluir en ellos lo que valdría la seguridad social, prestaciones legales y la rentabilidad o utilidad que debe generar cualquier actividad productiva o comercial después de pagar los gastos (cifras publicadas de costos de producción de la arroba de café). Cada productor tiene que poseer el activo que representa su tierra, su cultivo, equipos de procesamiento, asumir riesgos climáticos, laborales, de tasa de cambio o dificultades con la mano de obra; frente al mínimo costo y riesgo que representa proporcionalmente la inversión en una infraestructura de torrefacción de café. El productor se gasta 3 años cultivando una planta para producir materia prima y un tostador en 8 minutos la transforma en producto procesado a los precios mencionados arriba.
En estas condiciones cada uno analizará dónde está el dinero en la cadena de valor del café, quién asume los riesgos y quién se lleva las ganancias. Lo paradójico es que la industria está tranquila y sin necesidad de mejorar los precios porque seguimos produciendo y anunciando que vamos a sembrar más café en zonas afectadas por el conflicto. Es hora de revaluar quién es el beneficiario de producir más café en Colombia: los productores o la federación para tener más veces los 6 centavos por libra de la contribución, las necesidades de la institución no son necesariamente las nuestras. Las marcas modernas quieren hacer Direct trade y tener contacto más estrecho con los productores. Lo que hay que hacer es producir menos pero de mejor calidad, hacer gestión comercial institucional, que muestre resultados en acortamiento de las cadenas de suministro y capture más valor para los cafeteros y que dejemos de pensar que ser rentables es producir mucho café.
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