La actual campaña para el Congreso de la República es una copia de las pasadas, y de las antepasadas, y así para atrás en las últimas tres décadas. Los diferentes tipos de candidatos, su comunicación con los posibles votantes, las “ideas” y “propuestas” que presentan y las mafias que dirigen las campañas exitosas siguen siendo iguales. Las redes sociales como medio de comunicación, a pesar del gran énfasis que se pone en ellas, son eso, un medio, una forma, no son el fondo del asunto. Y sin duda las redes tienen la capacidad de influir en el triunfo de unos candidatos, pero no representan por sí solas algo que pudiéramos catalogar como un progreso democrático.
Desde antes de iniciada la actual campaña, ya había entrado en “modo” resignación, sabiendo que todo sería ‘lo mismo que antes’. Efectivamente las ciudades y las carreteras se llenaron de vallas, carteles y pancartas, cuál de todas más baladí, más mentirosa y más plagada de lugares comunes. Incluso, algo de tontas tienen las de los candidatos que uno admira, aprecia y respeta. Pues bien, ya casi insensible a tanta basura, bobaliconería y engaño, hubo algo que me despertó de esa anestesia autoinducida: una enorme valla del candidato al Senado Fabio Amín en la vía que conduce de Pereira a Manizales. ¡Puro surrealismo político de Colombia!
¿Quién es Fabio Amín? Es un político costeño clientelista perteneciente al Partido Liberal, o a lo que queda de este, que hace campaña principalmente en la Costa Atlántica, y que lleva 4 períodos consecutivos en el Congreso, al que llegó antes de cumplir 30 años, sin duda en una operación tradicional de heredad de un feudo político. ¿Tiene alguna relación con el departamento de Caldas? Ninguna. ¿Conoce las necesidades del departamento? Para nada. ¿Es una figura nacional, que por su talla de estadista y trayectoria tenga la legitimidad para pedir apoyos en todo el país? No pasa de ser un gamonal político, clientelista y vampiro del presupuesto público. Pero el tema no es Amín, pues hay centenares como él. Es todo un sistema que cada vez está más corrompido, podrido, y que hace imposible que personas con las calidades que sí demanda el servicio público, especialmente el legislativo, lleguen a ocupar los cargos de responsabilidad.
Otro caso como el anterior, tal vez más vergonzoso, es Samy Meregh, quien siendo oriundo de Pereira extiende su búsqueda de votos hasta Guaviare, donde ondean sus pancartas y vallas. ¿La razón? Tal vez todavía están activos los tentáculos de su hermano Habib Meregh, los que se extendieron por toda la Orinoquía en un proceso de despojo y apropiación ilegal de tierras, adobado con parapolítica. Y como Samy hay decenas de candidatos que con las alforjas llenas quieren ganar unos votos allí y otros allá para convertirse en respetables senadores.
Por los lados de la Cámara de Representantes la cosa no es mejor. Y la historia se repite en todos los departamentos. En el caso de Caldas, donde hay 41 candidatos, el factor común de los aspirantes es hacer parte de alguna dinastía clientelista. Ejemplos: uno piensa heredar la curul de su cuñado, otro tiene como único mérito ser primo del alcalde de Manizales, y más allá otro tiene como fórmula suya al Senado al propio Samy Meregh. La mayoría han sido peones y alfiles de capos mayores, y el único que podría tener un cabal entendimiento del oficio para el que se postula, se entregó de manera impúdica a un muy cuestionado aparato político.
En medio de la expectativa enorme que existe por el futuro de la presidencia del país, las elecciones al Congreso han quedado totalmente opacadas, a conveniencia de los más bribones y bandidos que quieren perpetuar su reinado de abuso y cleptocracia. Aunque como siempre, hay una luz de esperanza, así sea pequeña, unos pocos candidatos que son totalmente idóneos y que podrían llegar al Congreso. Hay que buscarlos con lupa.
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