A 20 días de la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia para el período 2022-2026, se puede hacer un breve análisis de las líneas que se van marcando para su futuro gobierno, sin desconocer que persistirá cierto grado de incertidumbre, incluso hasta bien entrado su gobierno, sobre posibles decisiones y acciones del presidente.
Desde el mismo 19 de junio se marcó una brecha enorme entre el Petro temido, y no gratuitamente, y el Petro electo. Su discurso de triunfo mostró una cara nueva, que ya venía delineándose entre primera y segunda vuelta, y sobre la cual no debe primar una desconfianza obsesiva. Tampoco caer en la ingenuidad y pensar que todo cambió para bien. Es mejor una confianza razonable y una atención plena a lo que el futuro gobierno vaya haciendo. Pensar y actuar de esta manera sería una manifestación de madurez colectiva.
Petro ha dado dos entrevistas hasta ahora, la primera a la Revista Cambio y la más reciente a la emisora La W. Son la materia prima para saber lo que el presidente está pensando. A esto se suman las designaciones de ministros, y algo de gran significado: su reunión con Álvaro Uribe. Con estos insumos se pueden hacer algunas consideraciones.
Pero antes, es bueno desvanecer un fantasma que todavía gravita sobre el nuevo presidente y este cambio tremendo en la política colombiana: Venezuela. Al final de la entrevista a Cambio, Petro reflexiona sobre la guerrilla del M-19 y lo que pensaba en el tiempo en que estuvo en ella: dice que de haber ganado el poder por las armas hubiera sido un desastre el ejercicio de ese poder. Esto no es de poca monta. Hay que tener claro que han pasado 32 años desde la firma de la paz entre el gobierno Barco y el M-19, y que Petro lleva participando de la vida democrática ese mismo tiempo. O sea, pasaron tres décadas, que cambian a cualquiera - pensemos en nuestra vida personal, para que tuviera la posibilidad de ejercer ese poder soñado. Por su parte Chávez, llegó al poder en febrero de 1999, solo siete años después de su fallido golpe de estado y 5 de haber sido amnistiado por Rafael Caldera. Chávez no tuvo educación democrática previa a su ascenso al poder. Además, lo áspero del coronel contrasta con cierta refinación de Petro.
Lo anterior no significa que puedan desatenderse los primeros pasos del próximo gobierno, incluso, los pasos que dé en los cuatro años de mandato. Sería ingenuo pensar que simplemente llegó un gobierno socialdemócrata reformista que hará su tarea sin riesgos institucionales o económicos. Puede llegar a ser así, pero requiere de una vigilancia activa para que se conduzca de esta manera. En las entrevistas dadas por el presidente Petro todavía se cuelan algunas ideas peregrinas que tal vez no sería conveniente que lleguen a concretarse.
Los nombramientos hechos hasta ahora muestran un equilibrio que, de mantenerse por cuatro años, sería positivo: por un lado ministros que pueden adelantar una reforma responsable: José Antonio Ocampo, Álvaro Leyva y Cecilia López; por el otro la muestra de que ganó la izquierda: Patricia Ariza en Cultura, Carolina Corcho en Salud y Susana Muhamad en Ambiente. Patricia Ariza conoce muy bien la cultura. Respecto a salud, esperemos que la nueva ministra entienda que la realidad del sector es bien compleja y que no se puede llegar a cambiarlo todo a rajatabla, así quiera no podrá. Por su parte, la nueva ministra de Ambiente contrasta con la gran mayoría de quienes han ejercido el cargo, ignorantes y anodinos en la materia. En esta muy sensible materia, ella podrá impulsar transformaciones importantes en beneficio de un pedazo del planeta que tanto hemos aporreado.
Respecto al Congreso, la sorpresiva ampliación de la bancada de gobierno permitirá que no se bloqueen de entrada las reformas que se propondrán al legislativo. Por cuenta de esta ampliación, así sea con los clientelistas más redomados, es posible que el riesgo de cambios temerarios se reduzca drásticamente. Vergonzosa sí la postura del Partido Conservador, que sin duda estaría obligado a ser oposición, y precario su nuevo presidente, el senador Carlos Andrés Trujillo.
Petróleo, reforma tributaria y dividendos, reforma rural, relaciones con la oficialidad de la Fuerza Pública, y controlar la propia soberbia, que podría emerger, son los primeros retos del presidente Petro. Tal vez podemos estar empezando un nuevo capítulo de la vida nacional que era menester transitar.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015